Me gustaría mucho poder transmitir una idea más positiva pero es necesario dejarse de ficciones. Castilla y León, la comunidad autónoma más grande de España, con sus nueve provincias que suman 2,5 millones de habitantes –es una de las regiones con menor densidad de población- y su gran riqueza patrimonial, es un páramo para el arte contemporáneo. No es la única comunidad que merezca esa caracterización, lo cual dice mucho de la realidad cultural del país, y las hay con escenarios más desoladores, como Castilla-La Mancha. Pero he de referirme ahora a ella a propósito de un caso de confusión entre lo público y lo privado –no es nuevo pero va ganando dimensión- que me ha llamado la atención. La semana pasada se inauguró en el Museo Patio Herreriano de Valladolid una nueva entrega del programa LienzoMPH, de intervenciones en un gran muro del vestíbulo en la planta baja del museo. Han actuado sobre ese “lienzo”, desde febrero del año pasado, Françoise Vanneraud, Eduardo Alonso Rico, Saela Aparicio, Daniel Verbis, Theo Firmo, Fernando Guijar y Amélie Bouvier. Todos lo hicieron en paralelo a sus exposiciones individuales en la galería de Javier Silva. Esta colaboración entre un museo y una galería comercial se ha presentado con gran naturalidad y no ha sido púbicamente cuestionada, que yo sepa, hasta ahora, pero la realidad es que es una liaison atípica. Una cosa es que un museo establezca sinergias de diversa índole con los agentes artísticos del entorno, incluyendo las galerías de arte, y otra que mantenga un acuerdo estable con una sola galería, la cual determina una parte –aunque sea pequeña y lateral– de la programación de la institución y se beneficia de la promoción que el museo hace de sus artistas.

Intervención de Amélie Bouvier en LienzoMPH

Hay atenuantes, que no modifican en esencia lo impropio de la situación pero pueden explicarla. La de Javier Silva es la única galería de arte contemporáneo digna de tal nombre que existe en Valladolid y es importante, como en otros casos de cuasi heroica supervivencia galerística en ciudades pequeñas o medianas, que se reconozca su trabajo y se le apoye en la medida de lo posible. Hay vida artística, desde luego, más allá de las galerías pero su ausencia suele revelar un cuadro de serias dificultades para todas las iniciativas relacionadas con el arte actual y muchas veces tras la muerte de la única/última galería se genera un vacío que puede mantenerse durante lustros. Ocurre, por otra parte, que los comisarios de exposiciones no abundan en Castilla y León, aunque estoy segura de que no sería imposible para el Patio Herreriano, de la mano de otros museos y centros de arte de la Comunidad, fomentar la emergencia y consolidación de un pequeño grupo de jóvenes comisarios. No es que Javier Silva haga aquí ese papel, porque se limita a proponer a sus artistas, pero bien podría ser este un programa llevado a cabo, por ejemplo, mediante convocatoria de proyectos curatoriales.

Me he dirigido a la directora del MPH, Cristina Fontaneda, para conocer los detalles sobre LienzoMPH. Al preguntarle por qué, si deseaba dar entrada a intervenciones de artistas en el museo, no las organiza directamente su equipo en vez de confiarlas a una galería comercial, ella ha subrayado que el Patio Herreriano mantiene desde hace años un programa de intervenciones más ambicioso en el espacio de La Capilla; “LienzoMPH es otra cosa. Es un proyecto transversal que permite que un artista esté a la vez en el museo y en la ‘calle’ con propuestas simultáneas pero distintas. Aquí realiza una intervención sobre un espacio distinto de las salas que albergan la programación del museo”.

He querido saber cuál es el acuerdo económico: ¿está la obra a la venta?, ¿quién asume los costes de producción?, ¿paga Javier Silva un “alquiler” del espacio? Ella contesta: “La obra no está en venta, al menos durante el tiempo que dura la intervención, y no se integra en las colecciones del museo terminada su exposición. Me consta además que hasta el momento ninguna de las obras expuestas en el museo se ha vendido y que no se han realizado gestiones en ese sentido. El museo no participa en transacción comercial alguna, si es que ésta llegase a producirse. Lógicamente, los artistas seleccionados son objeto de consenso previo y el museo se reserva la posibilidad de que LienzoMPH dé cabida a otros que no necesariamente expongan en la galería o rechazar aquellos que no respondan a nuestras expectativas”. Los artistas no reciben honorarios por su trabajo y la producción, que suele ser de coste muy moderado, corre de cuenta de la galería, aunque en esta última entrega se ha contado con un patrocinio institucional. “Estamos trabajando para incluir en el proyecto a iniciativas privadas que actúen como patrocinadores, contribuyendo a financiar los costes de producción. La galería no ha abonado cantidad alguna por el alquiler del espacio ni tampoco ha recibido ninguna contribución económica por parte del museo”.

La directora justifica así la colaboración con una galería comercial: “Tratamos de fomentar la difusión y conocimiento del arte contemporáneo a nivel local y apoyamos la iniciativa de un joven galerista en una ciudad tradicionalmente huérfana de estos espacios, de modo que se genera un circuito que integra a diferentes agentes del sistema: museo, artista, galería, público… Somos conscientes de que el proyecto requiere revisarse y evaluarse permanentemente, algo que nos hemos propuesto hacer con mayor profundidad al cierre de esta temporada. La naturaleza del Museo (fundación de derecho privado) y la inexistencia de otras galerías similares en la ciudad hacen posible una iniciativa que quizás no pudiera exportarse fácilmente a otros ámbitos pero que sí funciona en nuestra coyuntura local. Lo que no dice, pero lo sabemos todos, es que los sucesivos recortes presupuestarios hacen difícil mantener una programación de altura y afectan muy seriamente a servicios básicos del museo, como la biblioteca, que lleva mucho tiempo cerrada y acaba de ser ofrecida, previo pago, como espacio de coworking. Hay que recordar también que la Fundación Patio Herreriano, aunque de derecho privado y con un importante capítulo de ingresos propios, es financiada por el Ayuntamiento de Valladolid.

“Teléfono escacharrado”, de Pilar Álvarez, en Creadores íntimos

Cada cual podrá evaluar la conveniencia o inconveniencia de esta colaboración. Pero hay más. Durante este mes de marzo se ha podido ver en la Iglesia de las Francesas Creadores íntimos, una exposición colectiva de artistas vallisoletanos que comisaría Javier Silva para la Fundación Municipal de Cultura de Valladolid. Es la segunda muestra en la que el galerista actúa como comisario para el Ayuntamiento: la primera, Creadores transfronterizos, se presentó en la misma sala en abril de 2013. Por mucho que su labor de dinamización cultural sea meritoria y su capacidad para generar actividad sea digna de encomio, es ya un protagonismo a todas luces excesivo. Y no creo que aquí puedan darse muchas explicaciones, porque se trata simplemente de elegir –y es una buena selección– obras de autores nacidos en Valladolid o relacionados con la ciudad, sin más nexo, como se reconoce en la presentación. Cualquiera con conocimiento del medio y criterio estético podría haberlo hecho. El argumento del apoyo a la galería única se desdibuja aquí, pues el proyecto no se vincula a ella–aunque se promocione en su web– sino al galerista.

No tomen este artículo como denuncia, ataque o enjuiciamiento, sino como reflexión sobre las anomalías a las que lleva la precariedad extrema del tejido artístico, aquí y en otras partes. En toda Castilla y León hay ahora solo dos galerías de arte contemporáneo con repercusión nacional: Adora Calvo y Javier Silva. La Universidad de Salamanca imparte grados de Bellas Artes e Historia del Arte… pero los artistas tienen que buscarse la vida fuera; gobierno autonómico, ayuntamientos y diputaciones han hecho en los últimos años grandes inversiones… que han quedado en buena parte desactivadas al poco tiempo de nacer. En 1998 se inauguró la primera infraestructura pública para el arte contemporáneo en la región, el Museo Esteban Vicente en Segovia; siguieron el Museo Patio Herreriano en 2000, el DA2 de Salamanca (existían antes las salas de la Universidad, hoy paralizadas) en 2002, el CAB de Burgos en 2003 y el MUSAC en 2005. ¿Cuáles han sido sus logros? Y no estoy sugiriendo, en absoluto, que no los haya habido. Todos se han visto afectados por la crisis, y algunos por los vaivenes políticos, pero al margen de ello debería emprenderse con seriedad un autocuestionamiento constructivo, acompañado necesariamente de un respaldo renovado de las administraciones de las que dependen (el CAB es privado). Tal y como se planteó en el I Foro de Cultura y Buenas Prácticas que se celebró la semana pasada en La Casa Encendida, las instituciones culturales tienen que “refundarse”, empezando por reelaborar adecuadamente sus herramientas esenciales: misión, estrategia, buen gobierno y evaluación del impacto social y cultural. Pero sabemos que hoy la lucha es otra: conseguir la financiación mínima para abrir las puertas y sostener una programación no ya brillante sino simplemente digna.

Algo está fallando, cuando el mercado es raquítico y, además, las iniciativas independientes, que las hay, lo tienen casi todo en contra. Espacio Tangente en Burgos o Laboratorio Bambara en León hacen con mucho arrojo lo que pueden, y en Valladolid se está viendo más movimiento gracias a los fondos europeos de CreArt –ahí anduvo despierto el Ayuntamiento- y a la actividad de algunos jóvenes gestores culturales. Véase, por ejemplo, CREAVA, Muestra de creadores vallisoletanos, muy irregular en la calidad de las propuestas artísticas pero muy integradora de espacios y públicos. El MUSAC, que ha fracasado en la activación artística de León, está actualmente desarrollando el proyecto de visibilización Del mapa al territorio. Colectivos y espacios culturales independientes en Castilla y León, que, de momento, es un totum revolutum al que le falta poner filtros y jerarquizar.

Repito que no querría ser pesimista pero cuando el I Plan de Industrias Culturales y Creativas de la Comunidad de Castilla y León 2013-2016 liquida el “Sector artes visuales y museos” en cinco páginas llenas de espacios en blanco en las que no hay una sola línea que apunte a una estrategia… A no ser que se considere un plan estratégico esto: “Se precisan campañas de captación de nuevos públicos basadas en exposiciones en espacios públicos”. Necesitamos otras herramientas de planificación y de análisis. En el Anuario de Estadísticas Culturales del ex-Ministerio de Cultura de 2013, se afirma que un 12’6% de los encuestados en Castilla y León –para que puedan comparar: un 15,1% en Madrid– visitaron alguna galería de arte entre 2010 y 2011. Pero ¿qué galerías, si no hay?