Me parece poco respetuoso hacia tantas familias que lo están pasando muy mal decir que la crisis puede ser algo positivo para el país. En el ámbito de la cultura, algunos gestores, directores de museos u opinadores creen que la situación actual contribuirá a ordenar y a poner racionalidad en el gasto, haciendo más eficientes las inversiones. No me parece en absoluto racional que se esté planeando cerrar el ECAT (Espacio Contemporáneo Archivo de Toledo), un proyecto de presupuesto modestísimo que había conseguido desarrollar un programa estupendo con artistas jóvenes en una ciudad –mejor dicho, en una comunidad autónoma- que nunca se ha esforzado lo más mínimo por ingresar en la contemporaneidad artística. Hago un llamamiento a la Fundación Cultura y Deporte de Castilla-La Mancha para que reconsidere esa desacertada decisión.

El supuesto despilfarro de años anteriores se concentró en determinadas consejerías y concejalías, y en algunos museos, que gastaron con demasiada alegría. Pero gastaron sobre todo en ladrillo, en contra de las recomendaciones de los profesionales del sector. Otros muchos proyectos, la mayoría, fueron siempre bien justos de presupuesto. Y ahora sufren recortes que, lejos de racionalizar, destruyen sus posibilidades de subsistencia, con lo que eso conlleva de disminución de la oferta cultural para el ciudadano.

Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, presentó anteayer al público un nuevo contenedor: el Centro de Arte Contemporáneo de Cádiz. La rehabilitación, según diseño de Fernando Domínguez Moliner y Javier Velles Montoya, de los antiguos cuarteles del Paseo de Carlos III ha costado 4.307.881 euros. No hay proyecto ni hay director. Con 1.577 m2 será, se nos dice, un prestigioso centro de exposiciones… que, de momento se dedicará a albergar diversas muestra y eventos relacionados con la celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812. Pero también museo: el Ayuntamiento cuenta con una pequeña y mediocre colección de arte cuyo principal “atractivo” es la serie de 18 pinturas de los Costus adquiridas en 2008: El Valle de los Caídos.

Mientras tanto, la Diputación de Cádiz posee una apreciable colección de arte, Aduana, que se formó a partir del certamen con ese nombre, entre 1986 y 1999, para artistas andaluces, y se enriqueció con las compras realizadas por la Fundación Provincial de Cultura en ARCO. Son unas 330 obras que se han recogido en un catálogo editado esta pasada primavera y que están repartidas entre los despachos y dependencias de la Diputación y el Museo Provincial de Cádiz, en el que se ha depositado temporalmente una parte de la colección. En febrero, la entonces diputada de Cultura y vicepresidenta de la Fundación Provincial de Cultura, Ana Mosquera, afirmaba que la Diputación deseaba contar con su propio centro de arte contemporáno, alegando que nadie se había puesto en contacto con ella desde el Ayuntamiento para negociar una posible cesión de la colección al ahora inaugurado Centro de Arte Contemporáneo. Las elecciones municipales de mayo trajeron un cambio político a la Diputación, que pasó del PSOE al PP. ¿No sería ahora más fácil que ambas administraciones, Ayuntamiento y Diputación, colaboraran en un proyecto común? Pues no. Aunque la alcaldesa ha manifestado su deseo, la Fundación Provincial de Cultura ha sido consultada y niega que vaya a producirse ninguna cesión de obras.

Conclusiones:

1. Es increíble, e inadmisible, que las administraciones actúen de espaldas unas a otras. Y no digo que deban hacerlo sólo cuando sean del mismo signo político. Deben hacerlo siempre. Debemos exigirlo.

2. Las administraciones estatal y autonómicas tienen la obligación de coordinar y ordenar las políticas –en este caso culturales- de ayuntamientos y diputaciones. Cualquier intento se entiende como injerencia, y no es eso lo que necesitamos. Un mapa de infraestructuras culturales ya, y planes estratégicos que organicen, con el acuerdo de todos, los proyectos y las actuaciones.

3. ¡Lo que harían el ECAT, el CDAN de Huesca o el Centro de Arte La Regenta –que ha visto su presupuesto reducido en un 80%- con esos millones de euros invertidos en la rehabilitación, para nada, de los cuarteles! La ordenación de las infraestructuras tiene que ser también económica: una distribución más equitativa, y más constante, de los presupuestos entre las diferentes instituciones culturales. Muy probablemente, dentro de cuatro o cinco años –quizá menos-, veremos al flamante nuevo centro languidecer, sin dinero y sin actividades, una vez se haya perdido el interés político. Y si no se lo creen, piensen en el fastuoso Centro Niemeyer que, por estas y otras razones injustificables, hasta ha cerrado.