Lo sublime monitorizado
Galería Cámara Oscura, Madrid

Publicado en EL CULTURAL

No podemos pretender que una exposición en una galería, y sobre todo con las pequeñas dimensiones de ésta, dé cumplida cuenta de un tema que, por esencia, tiende a la infinitud. Con solo tres artistas y cinco obras se puede tan solo aspirar a enunciar un aspecto de la contemporaneidad artística que no es en absoluto marginal. El arte de las últimas décadas ha representado el paisaje -y ha actuado sobre él- con actitudes que van de la nostalgia arcádica al activismo medioambiental. La categoría estética de lo sublime no ha perdido actualidad, tanto para reivindicarla como para cuestionarla. Pero, como señalan los integrantes del grupo comisarial 1erEscalón -Isabel Durante, Ana G. Alarcón y Miguel Ángel Hernández, que han armado una de las propuestas más interesantes de Jugada a 3 Bandas– su pervivencia no puede desvincularse de las transformaciones que las tecnologías han introducido en la observación y la conceptualización de la realidad. Es más,los trabajos seleccionados, calificados como “paisajes a contra-tiempo”, hacen confluir momentos histórico-artísticos en los cuales predominan diferentes tecnologías visuales y de representación, constituyendo cada uno un espacio desde el que pensar sobre cuestiones que recorren nuestro universo icónico.

La idea está especialmente bien formalizada en Monitoring Landscapes, de Irene de Andrés. El paisaje romántico es un ámbito de interés que reaparece en la producción de la artista, que lo actualiza críticamente y que filtra la visión original de los pintores románticos a través de dispositivos tecnológicos actuales. Uno de los que ha frecuentado es la webcam; aquí ha buscado en Internet varias que muestran paisajes similares a los que sedujeron a los románticos, que llegan a nuestros ojos en tiempo doblemente diferido -siglos desde el auge del movimiento romántico; años desde que hizo las grabaciones- y a través de varias máquinas de visión: la cámara web, el ordenador en el que se grabó la transmisión en tiempo real y el monitor en el que se emite esa grabación.

Hay también una convergencia espacial, al proceder las imágenes de lugares distantes. Lo sublime se manifiesta como ausencia; los títulos de las tres secuencias –Nada en el horizonte, Nada en el paisaje, Nada en la noche– así lo indican. Sólo que el silencio al que invitaba ese vacío místico en la pintura es sustituido por el ruido blanco del ventilador del ordenador. Sergio Porlán hace también referencia en su obra a la vigilancia, dibujando torres erigidas con ese fin sobre paisajes que nos retrotraen aún más en el tiempo, y practica la acumulación de capas en la representación: son reproducciones de grabados que mostraban pinturas y, en la otra pieza que presenta, proyecta sobre una pintura del XIX un vídeo con aerogeneradores. Las fotografías de Zoé T. Vizcaíno, aunque se inscriben en la revisión del paisaje sublime, incorporan lo temporal, de otra manera, menos compleja y más espectacular.