Cada año, los proyectos de Generaciones (certamen de jóvenes artistas de la Obra Social Caja Madrid que, tras la extinción de esta, ha mantenido la Fundación Montemadrid) no sólo nos ofrecen un panorama, siempre incompleto pero siempre sugerente, de la creación plástica actual, sino que nos permiten reconocer algunas dinámicas del sistema del arte español. Si la edición anterior destacó por la inusual proporción de artistas mujeres (90%), en ésta llama la atención el hecho de que muchos de los seleccionados estén ya integrados en el mercado a través de cierta categoría de galerías comerciales: las más jóvenes en la calle Doctor Fourquet de Madrid. Cristina Garrido y Pep Vidal son representados por L21, Karlos Gil por García Galería, Daniel Jacoby por Maisterravalbuena, Fermín Jiménez Landa por la refundada Bacelos. Además,Oriol Vilanova trabaja con Parra & Romero ¿Cómo interpretar este hecho? Ni los miembros del jurado, Nuria Enguita, Tania Pardo y Francesco Stocchi (comisario en el Museum Boijmans Van Beuningen de Róterdam) han pactado para favorecer a esas galerías ni estas han conspirado para infiltrar a sus artistas.Ocurre que se ha dado en Madrid una renovación del tejido galerístico gracias a la cual los jóvenes creadores tienen mayores posibilidades… no ya tanto de vender, que también, sino de dar a conocer su trabajo y obtener respaldo para el desarrollo de sus proyectos.
Pero seguramente recordaremos esta edición por la instalación de Cristina Garrido Just What it is That Makes Today’s Exhibitions so Different, so Appealing?, un inventario de elementos que “funcionan” en determinada estética actual (mala derivación de precursores como Marcel Broodthaes o los Kabakov) auspiciada por el portal Contemporary Art Daily. La artista compone el perfecto tenderete artístico, justificando la elección de cada una de las partes con un catálogo de imágenes que documentan su abusivo y a menudo trivial uso.
Al tiempo, podemos escuchar un software que lee con distintas voces prediseñadas las opiniones críticas o cínicas de diversos agentes del mundo del arte. De estudio obligado para quienes quieran descifrar esta tendencia vigente en museos, galerías y ferias. “El 90% del trabajo del artista contemporáneo es una cuestión de display”, oímos declarar a alguien en la grabación, y, si miramos alrededor, encontraremos pruebas de ello e incluso alguno de los elementos que Garrido identifica.
Hallazgo el de la videoinstalación de las hermanas de origen libanés Laila y Nadia Hotait y en particular la danza codificada que ejecuta un friso de asaltantes y rehenes en el atraco al Banco de América (Beirut) en 1973, preludio de una larga guerra. Ignacio Cabrero, comisario de la muestra, propone como leitmotiv las acciones de “viajar, deambular, pasear y perderse”, lo que no resulta muy convincente. Yo sugeriría otro hilo conductor, no sé si más firme: el código. En las cifras, en el lenguaje, en los gestos y los signos, en el secreto y la adivinación. Encuentro que hay algo de métrica y a veces de poética en las formas y en las ideas, formando un conjunto bastante cohesionado en su alcance conceptual en el que desentona la inmadurez de Elena Aitzkoa. Los trabajos de Gil, Vilanova, Vidal y Jacoby los afianzan como muy serios valores, con posiciones bien definidas; de Jiménez Landa he visto mejores obras y la instalación de Karlos Martinez B. tiene altos y bajos; Lucía Simón, la más joven, aún debe acabar de dibujar su línea.
Publicado en El Cultural.