Colección Helga de Alvear en la sede de la colección Falckenberg
Publicado en El Cultural, 4 de diciembre de 2008

Harald Falckenberg se ha jubilado este año como director de una boyante empresa que fabrica mangueras y surtidores para gasolineras. Abogado de formación, ha sido profesor y es juez honorario en el Tribunal Constitucional de Hamburgo. Un prohombre que… tiene una chifladura por el arte más grotesco y oscuro. Compró su primera obra en 1994 y su amigo el pintor Werner Büttner le encaminó hacia el tipo de coleccionismo obsesivo y compulsivo que practica: hoy posee unas 3.000 piezas, fechadas a partir de los años 60, entre las que destacan los conjuntos de obras de Acconci, Dieter Roth, Baldessari, Falhström, Kippenberger, Herold, McCarthy, Kelly… Hace poco ha restaurado en las afueras de Hamburgo una antigua fábrica de neumáticos y ha instalado allí una parte de sus pertenencias. Pero ha querido abrir ese espacio a la exposición de obras ajenas: ha organizado alguna retrospectiva como la de Paul Thek que pronto se inaugurará en el MNCARS, y ahora invita a Helga de Alvear a llevar a Alemania, su país natal, una selección de las suyas.


Falckenberg, que es presidente de la Kunstverein de Hamburgo, no ha solicitado ni un euro público para su proyecto y, en esta exposición, ha pagado de su bolsillo todos los costes recibiendo en compensación las fotografías y el vídeo de Santiago Sierra —de quien ya poseía otras obras— sobre su intervención en el Pabellón Español en Venecia. La Fundación Helga de Alvear, por el contrario, contará con una muy cuantiosa contribución de la Junta de Extremadura, la Diputación y el Ayuntamiento de Cáceres para su Centro de Artes Visuales, que se abrirá en junio. Pero este es otro tema. La colección huésped ocupa la parte central de los tres primeros pisos del edificio, mientras que la del anfitrión se deja ver en los extremos de esas plantas y en la totalidad de la cuarta.
Helga de Alvear es otro tipo de coleccionista, más seria y menos visceral. Hace décadas que comenzó su importante colección de cerca de 2.000 obras, y ha tenido una larga carrera como galerista, primero junto a Juana Mordó y luego sola. Ha procurado trabajar en sus galerías con los artistas que más le interesan, y sus gustos han experimentado una notable evolución, debida en parte a las profundas transformaciones que el medio artístico español ha sufrido desde que, en los tiempos de su debut, la modernidad se cifraba en los artistas abstractos de Cuenca. Ha tenido sucesivos asesores-colaboradores —Armando Montesinos y Carlos Urroz han dejado su impronta en la colección— pero se mantiene en ella una preferencia por un arte equilibrado, en tres vertientes principales: una pintura heredera de la “abstracción postpictórica” tendente al decorativismo, una escultura próxima al minimalismo y una fotografía en la línea de la escuela alemana de los Becher. Además de vídeos en los que predominan los valores visuales. Junto a ciertos caprichos y algunas obras más turbias, como las de Klauke, Tracey Moffatt o Gregor Schneider. No es una colección desconocida, pues ya se mostró una amplia selección en el MEIAC hace tres años y, anteriormente, se llevaron conjuntos de obras a otras ciudades españolas. Tampoco es la primera vez que se expone fuera de España, aunque sí con estas dimensiones. Lo interesante aquí es ver el contraste entre las obras que ha seleccionado Zdenek Felix —ex-director de los Deichtorhallen de Hamburgo— y las de Falckenberg, entre las que destacan sus instalaciones y en particular las de John Kessler, desquiciante, Thomas Hirschhorn y Anna Oppermann. Y merece también atención la presencia española, para la que se ha reservado una planta en la que se mezcla con la latinoamericana. Un breve recorrido, pero con muchos vericuetos, que salta de una obra de Equipo Crónica de 1974 a otras de los 80 y los 90 de Campano, Navarro Baldeweg, Palacín, Muñoz y Valldosera, y otras más recientes de Peral y Sierra.