Hace unas semanas la edición en papel de El Cultural incluía un artículo en el que hacía repaso a las adquisiciones de los principales museos de arte contemporáneo en España durante el año pasado. La información del IVAM me llegó cuando ya estaba en imprenta, pero se la ofrezco ahora: se gastaron 312.715,20 €, en sólo seis obras. Otras 595 ingresaron en el museo en concepto de donación; entre ellas, 310 de Jacinta Gil –¿para qué tantas?-, 192 de Fernando Almela, 24 de Lidó Rico y 8 de José Manuel Ciria. Posteriormente Las Provincias precisó qué seis obras se habían comprado: dos esculturas de Jorge Oteiza, a la galería Lorenart por 271.000 euros; una instalación de Eugenio Ampudia, a la galería Max Estrella por 8.000 euros; otra de Javier Arce, a la galería T20 por 11.000 euros; otra más de Teresa Cebrián, a la galería Rosa Santos por 17.700 euros; y un dibujo de Anna Talens, por 3.000 euros. Algunas de estas obras de importe modesto aún no las ha pagado el museo.

Poco antes, el IVAM había entregado a los medios su programación para 2013, en la que figura una exposición de dibujos eróticos de Oteiza, la mayoría de ellos inéditos, comisariada por Francisco Calvo Serraller, presidente del patronato de la Fundación Oteiza, director de la Cátedra Oteiza en la Universidad Pública de Navarra y vocal del Consejo Rector del IVAM. He estado indagando y he sabido que todos o casi todos los dibujos que se expondrán pertenecen a la galería Lorenart, la misma que vendió al IVAM las esculturas.

La galería Lorenart, con sede en Madrid, tenía ya experiencia en la utilización de los museos y salas de exposiciones públicas para promocionar sus inversiones. En 2009, la exposición que se hizo sobre Oteiza en el Palacio de Sástago, en Zaragoza, estaba integrada por obras de “una colección privada” que presentaba la Galería Windsor, de Bilbao. La muestra era avalada por Francsico Calvo Serraller, que firmaba el texto del catálogo. Entre las obras figuraban la escultura y los diez dibujos en los que Oteiza vertió toda su rabia contra el crítico de arte Ramón Faraldo –que, por cierto, fue pareja de Menchu Gal- y que la galería Lorenart había adquirido. La “colección privada” sería por tanto la de la galería madrileña; refuerza esta suposición el hecho de que Windsor haya vendido en alguna ocasión, en su stand de ARCO, obras de Oteiza pertenecientes a Lorenart. Algunos de ellos pueden verse en la web de esta última galería (mal identificados). Es probable que estos dibujos, más escatológicos que eróticos, reaparezcan en el IVAM.

Oteiza: dibujo de la Suite Faraldo. Galería Lorenart

La Fundación Museo Jorge Oteiza, que conserva la inmensa colección personal del artista, encargó en 2007 al al artista Txomin Badiola, que es seguramente la persona que más ha estudiado y mejor conoce la obra de Oteiza, que elaborase un catálogo razonado de toda su producción escultórica, que ha llevado años de trabajo pero está ya terminado y se publicará pronto. Con él se pretende no sólo ahondar en el conocimiento de uno de los pilares del arte del siglo XX en España sino también acabar con la extremada inseguridad que reina en el mercado de la obra del artista, fomentada por él mismo: por su falta de rigor y su confianza en personas de ética cuestionable. Circulan muchas obras de dudosa autoría y ediciones irregulares que se pretende vender a precios de obra única y con procedencia perfectamente clara. Badiola fue comisario de las más importantes exposiciones que se le han dedicado: Oteiza: Propósito experimental, en la Fundación “la Caixa” (Madrid, Bilbao y Barcelona) y, junto a Margit Rowell, Oteiza. Mito y modernidad, en el Museo Guggenheim de Bilbao y de Nueva York, y en el Museo Reina Sofía.

El día 1 de febrero se inaugura en la Galería Michel Mejuto de Bilbao una exposición con veinte obras de Oteiza. Desde el tremendo lío con la galería Marlborough –no tengo espacio ni para resumirlo- las galerías no se atrevían a lidiar ese toro. Mejuto se ha limitado a obras incluidas en el catálogo razonado de la Fundación Oteiza, y lo ha difundido así.

Ernesto Gutiérrez, propietario de Lorenart, ha llegado a tener en torno a cincuenta esculturas de Oteiza. Pocas de primera categoría y procedentes de coleccionistas fuera de toda duda; dos de ellas fueron seleccionadas para la exposición en el Museo Guggenheim Bilbao, que adquirió después una para su colección. Pero junto a esas piezas de primera y un grupo de procedencia bien establecida, maneja obras más cuestionables o de calidad bastante menor. He intentado averiguar qué obras en concreto ha comprado el IVAM, pero no he tenido éxito. Deberían ser, por sus precios, de mucha importancia y figurar, desde luego, en el catálogo.

Lorenart posee además un elevado número de dibujos, que habría comprado a familiares y amigos. Oteiza no consideró sus dibujos como obras acabadas y nunca los expuso ni los difundió. Sí dibujaba mucho –a su muerte se encontraron más de 800 dibujos en su casa, semiescondidos- pero sólo como parte de su proceso de investigación plástica, como anotaciones para su obra escultórica. La Fundación Oteiza encargó a Juan Luis Moraza y a Francisco Javier San Martín que hicieran un primer estudio de todo ese material, que se difundió en forma de libro: Oteiza. Laboratorio de papeles, publicado en 2006. Alguien que ha revisado recientemente el inventario afirma que entre todos esos cientos de dibujos de la Fundación no se encuentran dibujos eróticos; sólo se acerca a esa categoría éste:

Gutiérrez ha referido en alguna ocasión que los dibujos eróticos que él posee proceden de José María Martín de Retana, el director de la editorial La Gran Enciclopedia Vasca, quien editó una monografía sobre Oteiza que éste pagó, en parte, con obra. Martín de Retana habría atravesado por graves momentos de dificultad económica y Oteiza le habría prestado ayuda regalándole un conjunto de dibujos. Alguien que conoció bien al artista y prefiere no ser mencionado duda mucho de esa historia, por dos razones: la primera es que Oteiza era un hombre extremadamente pudoroso, que nunca habría puesto en circulación esos dibujos íntimos; la segunda es que ni él mismo los consideraba como obra y, si se trataba de venderlos para cubrir deudas, mal podían cumplir su función. Pero, en fin, supongamos que sea cierta y que los dibujos sean realmente de la mano de Oteiza. Seguirían siendo “obras” menores, sin categoría para armar con ellas una exposición en un museo. No benefician en absoluto al prestigio y a la solidez de mercado de la obra del artista. En este sentido, hay que saber que la exposición se ha organizado sin aprobación de la Fundación Oteiza.

Con la nueva Ley de Transparencia en la mano, deberemos exigir que cuando un museo o una sala de exposiciones de titularidad pública organice una exposición de un coleccionista privado se revelen todos los detalles, incluyendo quiénes asumen los gastos del evento. Y, desde luego, no es permisible que una galería transforme un museo en su tienda. Pero nos faltan herramientas, guías de buen gobierno de instituciones culturales. Tendríamos que contar con reglamentos que eviten los conflictos de intereses en los patronatos, los consejos rectores, los comités de compras… Todavía colea el caso de la adquisición de obras al mafioso Gao Ping por parte del IVAM, que ha puesto a su Consejo Rector –que la aprobó- en entredicho. A quien corresponda: comprueben que la adquisición de las obras de Oteiza es una buena inversión.

 

… y la operación Menchu Gal

Quizá hayan notado la proliferación de exposiciones dedicadas a Menchu Gal en los dos últimos dos años; las dos más sonadas, en el IVAM y en el Instituto Cervantes de Nueva York. Nueve muestras en veinte meses, todas ellas organizadas por la Fundación Menchu Gal. ¿Qué es? ¿Quiénes la gestionan? Cuando se inauguró la exposición en Nueva York, Edorta Kortadi, “comisario general” de la Fundación, manifestó que ésta era fruto de un deseo de la artista -fallecida en 2008- quien habría pedido al ex Diputado General de Gipuzkoa, Joxe Joan González de Txabarri, que la impulsara; él habría contado con la colaboración de Ernesto Gutiérrez, propietario de la galería Lorenart, y Francisco Calvo Serraller. Así lo explicó a El País.

Joxé Joan González de Txabarri había sido Viceconsejero de Cultura del Gobierno Vasco de 1991 a 1992, portavoz de la Comisión de Educación, Cultura y Deporte entre 2000 y 2003, Diputado General de Guipúzcoa entre 2003 y 2007 y varias veces diputado en el Congreso por el PNV. No era éste su primer contacto con Lorenart. En 2007 adquirió a la galería, para la Diputación, diez obras de Oteiza por 904.800 euros. Dudo que la Diputación suela gastar tales cantidades en obras de arte. La compra estuvo asesorada por Edorta Kortadi. De las ocho esculturas incluidas en el lote, tres han sido excluidas del catálogo de la Fundación Oteiza, por considerarse apócrifas: el Centauro, la Bacante y el Homenaje a San Juan de la Cruz. Hay dos obras con la categoría exigible para una colección pública; el resto tiene menor valor. Alguien que conoce muy bien el mercado de Oteiza estima que, tirando por alto, no se debería haber pagado por todo el lote más de 320.000 euros.

La Fundación Menchu Gal se inscribió en el Registro de Fundaciones de Competencia Estatal el 17 de noviembre de 2010. La Orden que recoge la inscripción, publicada en el BOE, precisa que la Fundación fue constituida por la sociedad Erlogu S.L. (¿ ERnesto y LOrena GUtiérrez?), con el mismo domicilio que la galería Lorenart en Madrid. Su objetivo principal sería “El estudio, divulgación y conservación del legado cultural dejado tras su fallecimiento por la pintora guipuzcoana conocida como Menchu Gal, para obtener con ello un mayor reconocimiento artístico a su obra”. El patronato quedó integrado por Ernesto Gutiérrez como presidente, Ernesto Gutiérrez Valladares (hijo de Ernesto Gutiérrez) como secretario, y Lorena Gutiérrez Valladares (hija) como vocal1. Posteriormente, González de Txabarri ha acudido a algunos actos como secretario de la Fundación, a cuyo patronato se habría sumado después de la inscripción. También se ha unido al equipo Edorta Kortadi, crítico de arte, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Deusto, sacerdote y “comisario general” de la Fundación. Menchu Gal no dejó hijos y ninguno de sus tres sobrinos formaba parte de ese patronato por lo que no hay en él ninguna participación de la familia de la artista.

En la inauguración  de la exposición que la Fundación Menchu Gal organizó en Pamplona, Ernesto Gutiérrez declaró a Diario Vasco que ”cuando falleció dejó la obra que tenía en su casa a su sobrino, que la ha depositado en la Fundación. Eran unos cien cuadros difíciles de clasificar, bastantes de los años 40 y 50 y que muy pocas veces se han mostrado”. El sobrino al que se refiere es probablemente, aunque había otros dos sobrinos que hicieron lo mismo, Álvaro Delgado-Gal, quien me ha confirmado que vendió a Gutiérrez -no depositó en la Fundación- el lote que le correspondió en herencia.

Todas las exposiciones, salvo la realizada en Canarias, han sido generosamente patrocinadas por la Fundación Kutxa, por lo que apenas habrán supuesto gastos para la Fundación Menchu Gal. En febrero de 2012, la Fundación Menchu Gal firmó un convenio con la Fundación Kutxa y el Ayuntamiento de Irún, que posee 37 obras adquiridas a la artista un año antes de su muerte, para promocionar su figura. Esas 37 obras, que se exponen en la sala Menchu Gal y que según uno de sus sobrinos son las mejores que ella conservaba, se valoraron en su día en 766.000 euros, a abonar en mensualidades de 11.600 euros mientras la artista viviera: una especie de pensión. Falleció muy poco después, así que el negocio fue redondo.

Hasta la fecha, la Fundación Menchu Gal ha organizado exposiciones con “su” colección en el Pabellón de Mixtos de La Ciudadela (Pamplona), la Sala de Exposiciones del Archivo Municipal (Málaga), el Palacio de Aranburu (Tolosa), el Centro Cultural Cortijo Miraflores (Marbella), el IVAM (Valencia), la Sala Menchu Gal (Irún), el Instituto Cervantes de Nueva York, el Centro de Iniciativas de la Caja de Canarias (Las Palmas de Gran Canaria) –antes se había intentado colocar en el CAAM- y el Paraninfo de la UPV/EHU Bizkaia Aretoa (Bilbao); esta última está abierta al público hasta el 28 de febrero. Para este año está previsto ocupar la Sala Kubo del Kursaal en San Sebasitán y, de nuevo, la Sala Menchu Gal de Irún. Se habla de Madrid para 2014. Son salas de diferente pelaje y las exposiciones, de dimensiones variables, han incluido casi siempre obras adicionales, prestadas por otros coleccionistas. Los comisarios han sido Rafael Sierra, cuya carrera curatorial está muy unida al IVAM, Edorta Kortadi, Francisco Javier Zubiaur (Pamplona) y María de los Reyes Hernández Socorro (Las Palmas). En varias de las sedes se han organizado conferencias o mesas redondas; en diversas ocasiones ha participado en ellas Francisco Calvo Serraller (Valencia, Irún, Las Palmas, Bilbao). En la información proporcionada por la Kutxa acerca de la exposición en Bilbao se dice que ésta ha sido “dirigida por el Instituto de Arte Moderno de Valencia (IVAM)”; también en la exposición en Nueva York aparece el IVAM como entidad organizadora. Vayan quedándose con estos datos para hacerse la composición final.

Se preguntarán ustedes, como yo, ¿a quién pertenecen las obras de la Fundación Menchu Gal que están promocionando tan activamente el IVAM, la Fundación Kutxa, diversas administraciones locales, el Instituto Cervantes…? En la mencionada Orden de registro de la Fundación no se dice nada de que Erlogu S.L., la sociedad de Ernesto Gutiérrez, aporte a ella obras de la artista; si lo hubiera hecho así –lo normal en fundaciones que custodian legados artísticos- no podría venderlas, al tratarse de bienes que forman parte de la dotación fundacional en una entidad sin ánimo de lucro. Y sí están a la venta: tenemos constancia de que la galería Lorenart ofrece obras que en las exposiciones citadas se presentaban como pertenecientes a la Fundación Menchu Gal. Obras que compró Ernesto Gutiérrez, y no la Fundación, a los herederos de la artista.

En el catálogo del IVAM aparecen nueve obras que ahora mismo están a la venta en Lorenart a través de su página web, la cual he descargado y guardado en previsión de que pudiera modificarse tras publicarse este artículo. Son, en concreto, las reproducidas en las páginas 50, 56, 70, 77, 108, 109, 111, 116 y 123. Algunas otras de las que ofrece la galería se ven en fotografías de la exposición en otras sedes (ver más abajo). Y en la página web de la Fundación Menchu Gal figuran diversas  obras, como parte de su colección, que están igualmente a la venta en la web de la galería. Entiendo que si hay obras incluidas en el “catálogo” de la web de una galería es porque ésta las vende. En Feriarte, la feria de antigüedades, la Fundación Menchu Gal tuvo en 2011 un pequeño stand (el 4G20S). ¿Promocionaba la Fundación o vendía las obras allí? En la edición de 2012 de esta misma feria participó, como es costumbre, Lorenart. Yo no la visité pero me consta que había obras de Menchu Gal en su stand –no sé cuales- y que en el catálogo que entregaba a prensa figuraba la obra “Paisaje de Ibiza”, de la Fundación. Y por si quedan dudas: la empresa Alcoarte detalla en su web los trabajos realizados en 2011, entre los que figura:

“Fecha: Junio- septiembre 2011
Cliente: Lorenart. S.L.
Origen: Madrid
Destino: Museo del Patrimonio Municipal de Málaga
Modalidad: Terrestre
Embalaje: Cajas de madera/Protección
Trabajos de transporte, embalaje y montaje de las obras que componen la muestra Menchu Gal para su exhibición en Málaga. Al término de la muestra se realizarán los trabajos inversos, para su retorno a Madrid”

Montaje de la exposición de Menchu Gal en Pamplona. El segundo y el cuarto cuadro –desde la izquierda- se venden en Lorenart

Edorta Erkadi, a la derecha, junto una de las obras expuestas en Pamplona, y a la venta en Lorenart

Si la Fundación Menchu Gal presentara públicamente sus documentos fundacionales podríamos comprobar nosotros mismos si las obras están adscritas a ella. Tal vez haya una explicación perfectamente respetable para todo esto, que espero que nos ofrezcan. Puede que la web de la galería no se actualice ¿desde hace tres o cuatro años? y ¿reproduzca obras que en algún momento Lorenart haya donado a la Fundación Menchu Gal? ¿Se habrá embarcado Lorenart en esta gran operación para prestigiar artísticamente a la pintora sin esperar nada a cambio? Inverosímil pero no imposible. Yo he llamado a la galería, he dejado recado y no me han devuelto la llamada. Valoren ustedes los indicios y piensen qué clase de intereses pueden guiar a cada uno de los intervinientes en estas operaciones en torno a Oteiza y a Menchu Gal.

Si las obras de ésta pertenecieran a la galería Lorenart se estaría engañando a instituciones y público al hacerlas pasar como colección de la Fundación. ¿Se trataría de hacer subir los precios? Menchu Gal no es, evidentemente, una gran artista, y se podría estar “animando”, con la necesaria colaboración de museos, administraciones y organismos públicos como el Instituto Cervantes, el mercado para una inversión –la compra de obras a los herederos- que de otra manera resultaría poco rentable. Si se han donado a la Fundación como bienes no dotacionales, sólo se podrían vender con autorización del Protectorado de Fundaciones pues la Ley 50/2002 establece ese trámite para los bienes dotacionales o “directamente vinculados al cumplimiento de los fines” de la Fundación, y éstos hablan de “conservar” el legado de la artista, no de comercializarlo.

Como apuntaba en la primera entrega de este artículo, todos estas situaciones dudosas, quién sabe si ilegales, proceden de una falta de transparencia en las instituciones culturales que debemos combatir. En el mejor de los casos, podemos sin duda hablar de ausencia de criterio, de excesiva credulidad por parte de los responsables. Y tanto la Fundación Kutxa como el IVAM deberían explicar si conocen los detalles de la Fundación Menchu Gal y qué les ha llevado a avalar esta itinerancia.

(1) El resto de los miembros del patronato: Ana María Grande Román como tesorera, Rocío-Dolores Parrondo Mayo y Benito Jiménez Sánchez como vocales. En la web de la galería Lorenart se informa de que su “colección de arte” está dirigida por Rocío Parrondo y Ana María Grande. Todo queda en casa.