Ayer por la tarde, el propietario de la empresa bauMax, Karlheinz Essl, se reunió en Viena con los ministros austriacos de Cultura, Josef Mayer Pascua, de Hacienda y de Trabajo, y con representantes de los bancos con los que ha contraído enormes deudas, para hablar sobre la posible adquisición por parte del Estado de su enorme colección de arte. Conocí el flamante Essl Museum, en Klosterneuburg, a finales de 2005 y nada hacía prever entonces que una de las colecciones corporativas más importantes de Austria –puesto quizá solo disputado por la de la Fundación Generali- sería puesta a la venta. Tendemos a dar por sentado que los coleccionistas más poderosos y más reputados mantendrán siempre sus colecciones o que, de alguna manera, éstas terminarán en los museos públicos, a pesar de que cada día vemos cómo se liquidan en las grandes casas de subastas colecciones de mucho fuste. (Es una de las razones por las que no me convence el sistema, en boga, de préstamo o depósito de colecciones particulares en museos: pueden volar en cualquier momento). La empresa bauMax es un gigante del bricolaje en Europa, con unos 9.000 empleados –4.000 en Austria- y 160 tiendas. Hace unos años adoptó una estrategia de expansión a los países del Este y a Turquía que ha resultado ruinosa. No se cambió de rumbo a tiempo y hoy acumula un pasivo de unos 1.000 millones de euros. Essl no se rinde y pretende recuperarse, deshaciéndose de sus negocios en Rumanía y Turquía. Pero necesita liquidez para posponer la posible quiebra y ha ofrecido su colección de 7.000 obras al Estado por su valor contable: 86 millones de euros. Se considera que las obras podrían tener hoy un precio de mercado de unos 250 millones pero, claro, eso si vendieran muy poco a poco y en diferentes países, lo que no es en este momento una opción. De salir en bloque a subasta no solo se saldaría sino que haría desplomarse los precios de los artistas con más obras en la colección. No hay quien pueda o quiera comprar una colección tan grande. El gobierno regional de Baja Austria ha manifestado que ni se lo plantea y los directores de dos de las empresas con más medios y con interés en el arte, Red Bull y Novomatic, han expresado su desinterés. Si bauMax se hunde, la colección entraría en la “masa de quiebra”, se malvendería y dispersaría: el matrimonio Essl estableció una fundación hace dos años a la que vincularon la colección pero, según parece, deben transcurrir cinco años para que esa transferencia sea definitiva y no se dan por tanto las condiciones para mantenerla al margen del destino de la empresa. La venta de la colección no puede salvar bauMax, pues la deuda es muchísimo mayor, pero Essl está presionando al Gobierno con los puestos de trabajo que se perderían…y los seguros de desempleo que el Estado tendría que cubrir. Eso explica la presencia del ministro de Trabajo y Asuntos Sociales en la cumbre de ayer tarde; el de Hacienda acudió porque Cultura no podría asumir una inversión tan cuantiosa en su propio presupuesto.

La operación tiene muchos enemigos. Algunos partidos políticos como el Partido Liberal de Austria (FPÖ) y Team Stronach argumentan que no hay fondos para la compra y que esta no conseguiría reflotar la empresa. Essl no pone fáciles las cosas: pretende que el Estado adquiera la colección pero el edificio del museo –8.000 m2-, inaugurado en 1999, seguiría siendo suyo y el gobierno tendría que cubrir los gastos de funcionamiento, que ascienden a unos dos millones de euros anuales. De momento, se niega a que las obras puedan incluirse en la colección de un museo de arte contemporáneo ya existente, como el MUMOK, o que se repartan entre varios.

Las protestas más sonadas han salido de boca de los directores de los museos públicos austríacos. Desde hace cerca de una década carecen de presupuestos de adquisiciones, o han sufrido importantísimos recortes en ese capítulo, y ven con estupefacción que se considere esta oferta de Essl. Sabine Breitwieser, directora del Museum der Moderne de Salzburgo, que ha recibido en préstamo permanente la colección Generali, solicita que los profesionales de los museos supervisen la posible compra. Agnes Husslein, directora del Belvedere, y Karola Kraus, del MUMOK, se suman a esa petición y opinan, por otra parte, que el arte austríaco del siglo XX está ya bien representado en las colecciones públicas –Artothèque se sumaría a las mencionadas-, admitiendo la posibilidad de que determinadas obras pudieran complementar las narrativas de esos museos. Querrían determinar cuáles son las obras esenciales y quizá hacer una oferta solo por ellas.

La mitad de las obras de la colección son de artistas austríacos. Essl afirma que el mercado no podría absorber esas obras, pues su número multiplica por diez el de las piezas adjudicadas en las casas de subastas del país a lo largo de un año. La salida al mercado afectaría, dice, a los artistas, a las galerías y a las casas de subastas… al arte austríaco en conjunto. Habla de una “obligación moral del Estado” y pretende continuar gestionando el museo, a través de una fundación público-privada; es el modelo que se siguió tras la adquisición de la colección Leopold. Los defensores de Essl alegan que su interés en el arte contemporáneo austríaco, desde los años 70, constituyó un estímulo fundamental para la consolidación del mercado y su seguimiento en el tiempo de diversos artistas les permitió trabajar y avanzar. Posee conjuntos notables de obras de Maria Lassnig, Hermann Nitsch, Günter Brus, Arnulf Rainer (¡200 obras!), Valie Export, Elke Krystufek, Georg Baselitz, Markus Lüpertz, Gerhard Richter, Jonathan Meese… también de Tàpies. Algunos expertos comentan que esa es precisamente una de las debilidades de la colección: compró amplios conjuntos de obras en vez de buscar la calidad excepcional. Otros aceptan que, sí, hay arte de la segunda mitad del siglo XX en los museos públicos… pero dispersado, mientras que Essl puede trazar una narración continuada.

Al final de la tarde, todos los medios –el debate ha sido público y encendido- difundían la noticia: se ha confirmado que el Estado no comprará la colección Essl, tal y como ya dejaba caer Pascua el martes por la tarde. Han sido determinantes sus conversaciones con los directores de museos y con la Asociación de Galerías. Creo que se ha actuado con prudencia y ha evitado la tentación de tomar decisiones apresuradas y unilaterales. Gracias a la mediación del Gobierno, los bancos se han mostrado flexibles y se ha comunicado que el museo tiene garantizado su futuro inmediato.

La semana que viene recordaré algunas ventas de colecciones al Estado, administraciones, organismos públicos y museos que se han producido en España en tiempos recientes.

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