La Galleria dell’Accademia en Venecia es ya el museo estatal más grande de Italia. Su sede, el complejo de la Carità, a la orillas del Canal Grande, recibe la visita de una buena parte de los millones de turistas que llegan cada año a la ciudad, aunque los cruceristas más apresurados no lleguen a pisar su interior. Como su nombre indica, fue academia de bellas artes hasta 1879, fecha en que las funciones docente y museística se independizaron, y se abrió al público en 1817. En realidad, ocupa tres monumentos preexistentes y conectados, la Scuola della Carità, el Convento dei Canonici Lateranensi y la iglesia de Santa Maria della Carità. La colección, que se benefició de la supresión de las congregaciones religiosas y las confiscaciones de colecciones nobiliarias en época napoleónica -en los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX-, es fabulosa, pero la museografía se ha quedado vieja. Entre 1945 y 1959 el reconocido arquitecto Carlo Scarpa dirigió la remodelación de las salas, y es evidente que al museo ya le hacía falta una modernización.

Tras superar muchos problemas estructurales y varios retrasos, el 18 de diciembre se inauguró –aún sin las pinturas- la ampliación en la que se ha estado trabajando durante los últimos ocho años. Añade 30 salas y duplica el actual espacio: de 6.000 a 12.000 metros cuadrados, siendo 3.245 de ellos para uso expositivo. Es el sector que antes ocupaba en el convento la academia de bellas artes, que se trasladó en 2004 al Ospedale degli Incurabili (Zattere), el que se ha transformado según planos de Tobia Scarpa, arquitecto, diseñador e hijo de Carlo Scarpa. La obra ha tenido un coste de 26 millones de euros y permitirá disponer no sólo de un ala dedicada a las exposiciones temporales –fundamentales en la economía museística- sino también el servicio de acogida de visitantes, la cafetería y una sala de conferencias. La arquitectura original del convento fue diseñada por Andrea Palladio, y ahora el público podrá ver tanto la fachada interior del patio, con su característica superposición de órdenes, como la famosa escalera oval que fascinó a Goethe.

La intervención de Tobia Scarpa, al igual que la de su padre, recurre a los paneles para aprovechar mejor los dilatados espacios, pero el resultado parece –a juzgar por las fotografías que se han difundido- mejor integrado. Se han pintado muros y columnas interiores de blanco para unificar las diferentes características arquitectónicas de las salas, construidas a lo largo de varios siglos, y se ha elegido con el mismo fin un pavimento de cemento negro pulido que ya ha suscitado alguna crítica por la dificultad de su mantenimiento. Se ha apuntado que parecen más salas para arte contemporáneo que para arte antiguo y, mientras no se renueve la actual zona expositiva, el visitante notará una gran contraste. Pocos días después de la inauguración se anunció que por fin se han conseguido los dos millones de euros necesarios para instalar los cuadros, ya elegidos y restaurados. Serán unas 150 obras de los siglos XV, XVI y XVII de, entre otros, Tiziano, Veronese, Carpaccio, Tiepolo y Tintoretto, conservadas en almacenes, y una pequeña muestra de arte del siglo XX. La renovación tendrá una segunda etapa, que comenzará la próxima primavera y se prolongará durante unos dos años, para restaurar y adecuar las salas de la primera –donde tuvo su estudio Emilio Vedova- y de la segunda planta, con un coste de 9 millones de euros. También podrían dedicar unos miles de euros a su paupérrima página web.

La academia de bellas artes antes de la restauración:

La escalera oval:

La restauración: