En 2003 Cristina Lucas realizó un sarcástico vídeo, Más luz, en el que grabó con una cámara oculta sus conversaciones, en el confesionario, con curas católicos de tres iglesias madrileñas. Explicaba a los sacerdotes, que no se habían visto en otra igual, sus conflictos como artista que ve cómo la Iglesia, frente a su papel de mecenas de los mejores artistas en otros siglos, se ha desvinculado del arte de su tiempo. Y pedía consejo. En estos días puede asistirse en Madrid Arena a las representaciones de la ópera de Olivier Messiaen San Francisco de Asís, con escenografía de los artistas Ilya y Emilia Kabakov. Aunque Messiaen era un ferviente católico, el encargo procedía de la Ópera de París, no de la Iglesia. Algunos grandes compositores de la segunda mitad del siglo XX, como él o como Arvo Pärt, que participa en la exposición que enseguida comentaré, han producido magníficas obras inspiradas por su fe cristiana. Seguro que habrá algún artista plástico en la misma categoría pero, la verdad, no se me ocurre ninguno. De los Kabakov ignoro si practican alguna religión; incluso siendo feroces ateos podrían haber concebido esta inspiradora cúpula lumínica, que hace eco a las vidrieras medievales.

Hace un par de años nos quedamos todos con la boca abierta cuando se supo que el Papa recibiría a un nutrido número de artistas en la Capilla Sixtina. ¿Sería posible un cambio de rumbo? Las palabras del pontífice deshicieron el equívoco: seguía aferrado a una idea del arte trasnochada, con muy poca relación con la creación actual. Pero por si nos quedaban esperanzas, el Vaticano ha organizado una exposición, Lo splendore della verità, la bellezza della carità, con la que celebra el 60º aniversario de la ordenación de Benedicto XVI como sacerdote. Y de las palabras pasamos a “las obras”. Se dijo hace no mucho que participarían en ella Bill Viola y Anish Kapoor pero, afortunadamente, se lo pensaron mejor. Tal vez porque las obras no se prestan, como es lo habitual, sino que son regalos de los artistas al homenajeado.

El orgulloso organizador del evento es el cardenal Gianfranco Ravasi, a quien conocemos en España. Vino a Barcelona con el Papa para la dedicación de la Sagrada Familia y fue uno de los promotores de la exposición sobre Gaudí, de la que no se volvió a saber, que debía haberse inaugurado en abril en el Vaticano sobre Gaudí, patrocinada por la extinta SEACEX. Entre los actos programados, por cierto, había un debate sobre fe y arquitectura entre Ravasi y Santiago Calatrava, uno de los invitados a la muestra actual. Pero el cardenal tuvo su viaje más mediático cuando estuvo en Valencia en abril de 2010. Allí quiso escenificar su interés por el arte actual con una visita al IVAM. Le recibió con todos los honores su directora, y fueron convocados los artistas Miquel Navarro, Ramón de Soto, Natividad Navalón, José Sanleón, Vicente Peris, Vicente Colom, Joan Ripollés, José Cosme, Javier Velasco y Ximo Lizana.

No sabemos con qué criterios habrá elegido el Sr. Ravasi a los particpantes en su “esplendorosa” exposición. Se quiere aclarar de que no se trata de un arte cristiano sino de un arte espiritual, pero parece que ser practicante daba puntos. Las obras son de muy distinto tipo: maquetas arquitectónicas, partituras, obras de arte y de artesanía… Encontramos allí (cito a Gaudium Press) “un solideo de oro blanco El Séptimo Esplendor inspirado en los versos 13-15 del Paraíso de la Divina Comedia de Dante Alighieri y realizado por el joyero italiano Giulio Manfredi; un bajo-relieve figurativo de una escultora italiana, Laura Creatara; y una campana sobre el tema de la paz esmaltado por otro artista italiano, Franco Maria Franchi (…)”. Además, “un mosaicista esloveno, Padre Marco Rupnik, o una pintora rusa de los Papas y eclesiásticos, Natalia Tsarkova, que presentará su primer óleo sobre tela, La luz del pasado, realizado en Moscú y que reproduce la Rusia de la Edad Media”. Intentaré embellecerme a base de caridad y diré sólo: puro gusto eclesiástico. Lo que no se puede entender es cómo se han sumado a los regalos de cumpleaños artistas bien considerados: Ettore Spalletti, Jannis Kounellis, Mimmo Jodice, Mimmo Paladino, Matthias Schaller y Max Cole. Hay también buenos arquitectos y algún músico, como el citado Pärt.

¿Quién es Pedro Cano, el único artista español entre los elegidos? Un pintor murciano que menciona entre sus hitos biográficos el haber obsequiado ya al Papa Wojtyla, en 2003, con un cuadro titulado Abrazo del Papa Juan Pablo II y el cardenal Wyszynski. Debe ser una buena promoción. También hay quienes hacen retratos de Lola Flores o la marquesa de Nosequé y por lo menos salen en el Hola!.

Es raro, como apuntaba antes, que la Iglesia católica haga encargos a artistas de talento. Y cuidado con que a alguno se le ocurra reutilizar su iconografía con fines impíos. La que le ha caído a Jan Fabre, que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas como artista, por hacer una instalación escultórica basada en la Piedad de Miguel Ángel en la Scuola Grande della Misericordia, como evento colateral de la Bienal de Venecia. Un columnista español muy devoto de la Virgen ha calificado la obra de este “cacho de carne” (Fabre) de “esputo infeccioso” y “una expresión (…) de las escurrajas del anti-arte, ese vómito de humores biliosos que viene después del empacho y la vomitona propiamente dicha”. Qué similes más asquerosos. Y qué poco caritativo.

Hace algo más de cuatro siglos, el gran Caravaggio tuvo un disgusto aún más grande –a Fabre le va la marcha– a costa de otra Virgen muerta, la que pintó para Santa Maria della Scala en Roma. Fue rechazada como inadecuada por los carmelitas, españoles para más señas, que la devolvieron al artista porque parecía una cortesana, según unos, o una ahogada, según otros. Hoy, recibe todos los honores en la Galería Borghese.

 

INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA

El listado completo de participantes: Gustavo Aceves, Dominique Lomre’, Tito Amodei, James MacMillan, El Anatsui, Imre Makovecz, Pupi Avati, Giulio Manfredi, Kengiro Azuma, Jose’ Tolentino Mendonca, Domenico Bartolucci, Valentin Miserachs, Gianni Berengo Gardin, Ennio Morricone, Anna Bini, Aurelio Mortet, Agostino Bonalumi, Roberto Mussapi, Mario Botta, Carlo Nangeroni, Christoph Brech, Jackie Nickerson, Santiago Calatrava, Oscar Niemeyer, Pedro Cano, Mimmo Paladino, Francesca Cataldi, Arvo Part, Mario Ceroli, Tullio Pericoli, Max Cole, Renzo Piano, Laura Cretara, Pietro Pizzi Cannella, Luca Doninelli, Arnaldo Pomodoro, Giuseppe Ducrot, Paolo Portoghesi, Leandro Espinosa, Oliviero Rainaldi, Luigi Fieni, Davide Rondoni, Sidival Fila, Marco Rupnik, Fausto Maria Franchi, Piero y Claudio Savi, Omar Galliani, Matthias Schaller, Giuliano Giuliani, Ettore Spalletti, Piero Guccione, Guido Strazza, Claudia Henzler, Natalia Tsarkova, Pierluigi Isola, Guido Veroi, Mimmo Jodice, Simona Weller, Jannis Kounellis, Giuseppe Zigaina.

La inauguración:

 

 

El discurso del Papa: “Quisiera renovar (…) a todos los artistas un llamamiento amistoso y apasionado: no separéis nunca la creatividad artística de la verdad y de la caridad; no busquéis jamás la belleza lejos de la verdad y de la caridad. Por el contrario, con la riqueza de vuestra genialidad, de vuestro empuje creativo, sed siempre con valor, buscadores de la verdad y testigos de la caridad. Haced que resplandezca la verdad en vuestras obras y que su belleza suscite en la mirada y el corazón de quien las ve el deseo y la necesidad de hacer que toda existencia sea hermosa y verdadera, enriqueciéndola con el tesoro que nunca se agota y que hace de la vida una obra maestra y de cada ser humano un artista extraordinario: la caridad, el amor. El Espíritu Santo, artífice de todas las bellezas del mundo os ilumine siempre y os guíe hacia la Belleza última y definitiva”.

Declaraciones del “comisario”, el cardenal Gianfranco Ravasi:

 

Carta del Papa a los artistas (1999):

Artículo de Benjamin G. Rosado en EL CULTURAL, sobre San Francisco de Asís de Messiaen: El milagro de Mortier.