El tiempo recobrado
Galería Fúcares, Madrid

Publicado en El Cultural

Cuando Proust habla en En busca del tiempo perdido sobre Combray describe casi siempre interiores, personajes, situaciones y conversaciones. Algún paseo por las calles de la villa, algún jarrón de flores, pero más bien poco del entorno natural, que aparece sobre todo en sus paseos “por el lado de Guermantes” junto al río Vivonne. Combray es un lugar imaginario, que combina rasgos de su Auteuil natal y de Illiers, donde pasaba las vacaciones. Elger Esser (Stuttgart, 1967) interpreta Combray como paradigma del borroso intermedio en el que los recuerdos se modifican por medio de la huella que percepciones posteriores imprimen sobre ellos, saltan en el tiempo o se fijan a lugares que no les corresponden. No es de extrañar que se haya dejado atrapar por estos desórdenes espaciales y temporales dado que pasa buena parte de su tiempo en un mundo paralelo, su archivo, que aglutina su enorme colección de postales antiguas con  fotografías propias y otras de las que se ha apropiado.

Su obra es producto de un doble trabajo realizado en paralelo. Por un lado, reelabora postales antiguas, que colorea, reencuadra, amplía a tamaños gigantescos y priva de cualquier información escrita. Esta exposición incluye dos de esas obras de gran formato, con imágenes de puertos –muy impactante la del barco derruido tras una explosión— que, al someterse a los procesos de “actualización” adquieren cualidades pictóricas. Esser suele mencionar la técnica de los puntillistas como referencia artística para el “moteado” de estas imágenes —que resulta de la ampliación los cristales de sal de las fotografías originales— pero también recalca la importancia de los procedimientos técnicos cuando recuerda que en el momento en que estas postales se comercializaban el mejor método para la reproducción de la fotografía era el heliograbado.
Esta idea de la “reproducción” fotográfica es clave para aproximarse a todas estas obras, entendida como copia —sus procesos implican el “vertido” repetido de la imagen— y como re-creación. Así, en la segunda de sus líneas de trabajo, Esser hace fotografías actuales con motivos, encuadres o tonalidades que de alguna manera enturbian su percepción como imágenes actuales, de hoy. Con mucha intención, la muestra se titula Sin tiempo. Al utilizar la vieja técnica del heliograbado se retrotrae casi a los albores de la fotografía y al ofrecernos, a menudo desde fuera, emboscado, “vistas” de Combray que han sido en realidad tomadas en otras localidades francesas (Thaon, Lys, Echanney, Auberive…) provoca un engaño no sólo espacial sino también temporal, pues Combray “existió” hace ahora un siglo, cuando Proust le dio forma narrativa. Son fotografías menos vistosas que otras del artista pero tienen cualidades, y calidades visuales, destacables.

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