Hace tres días, Roberto Polo mencionó por primera vez que había cerrado la galería de arte que llevaba su nombre en Bruselas.

A su proyecto en Toledo se ha entregado por completo, hasta el punto de trasladar su residencia y cerrar su galería en Bruselas, y considera “un gran honor” estar en la ciudad.

Me he mudado acá y cerré todo, cerré mi casa en Bruselas, cerré mi galería, cerré almacenes, cerré todo. Y me he venido a Toledo a vivir para dedicar el resto de mi vida a este museo”, afirma el coleccionista, que en agosto cumplirá 68 años.

Se veía venir, porque en su web se advertía desde hace meses que no podía visitarse “por inventario y vacaciones de verano”. Pero ¿es realmente la dedicación al museo lo que le ha llevado a dejar, al menos con local abierto al público, el mercado del arte?

Estaba intentando ver en un mapa cómo era el espacio cuando me he topado con un dato que me ha llevado a descubrir que Polo no es en absoluto el exitoso galerista que pretende vendernos. Y no solo porque su Ojo (The Eye) sea poco certero en lo que se refiere al arte actual, pues los artistas con los que trabajaba, que son los mismos con los que ha rellenado el museo toledano, son bien poca cosa. La dirección de la Roberto Polo Gallery, rue Lebeau 8-10, aparece en el mapa como sede de MTC Gallery. “Será una nueva que habrá ocupado el local -pensé-, como tantas veces pasa”. Pero no: son una misma cosa. MTC Gallery (SPRL) es la sociedad limitada que gestionaba la Roberto Polo Gallery. Se puede comprobar en un par de perfiles en Linkedin de personas que trabajaron para ella, como este:

En Bélgica la información sobre las empresas es más accesible que aquí, lo que me ha permitido encontrar los balances de MTC Gallery en sus últimos años, que son simplemente ruinosos:

Con pérdidas anuales de hasta 640.000 euros y acumuladas de 1,3 millones de euros, ¿cómo podía mantener el negocio? Sabemos que en 2016 se subastó en Sotheby’s lo mejor de la colección de mobiliario y diseño de Roberto Polo: 176 lotes y un resultado de ventas de algo más de dos millones de libras. Cuando escribí sobre su oscuro historial (Roberto Polo y los conseguidores, en El Cultural) me preguntaba, al saber de la subasta: “¿Necesitaba el coleccionista cash?”. Y ahora comprendo que sí. Comentaba también que, según Le Quotidien de l’Art, se daba la “curiosa” circunstancia de que “las piezas han sido reunidas por Roberto Polo pero que ‘pertenecen a sus padres’”, y recomendaba: “si yo fuera funcionaria de la Junta, me aseguraría bien de la titularidad de las obras cedidas antes de firmar nada”. Me reafirmo.

Porque he comprobado que la socia mayoritaria de MTC Gallery era María Teresa Castro (son sus iniciales), la madre de Polo, que falleció en 1986 sin que conste en la documentación a la que he tenido acceso. En la escritura de constitución, inscrita en 2012, ella figura como dueña casi absoluta del negocio, con un 95% de las acciones. Tenía entonces 82 años. El 5% restante correspondía al italiano Vincent Cosentino (ignoro cuál sería su relación con Polo). El gerente sería Philippe Mertens.

El 27 de mayo de 2015, María Teresa Castro dimitió (“la dimitieron”) como gerente y asumió el cargo Michel Mora que, si no me equivoco, es el marido de Roberto Polo. En abril de 2018 dimite Philippe Mertens, que seguía figurando como gerente (habría dos).

En octubre de 2018, cuando la Roberto Polo Gallery ya estaba cerrada, MTC trasladó su domicilio social a la Avenue Kersbeek 308, en Uccle, cerca de Bruselas. ¿Sería otra galería? En el mapa aparece este edificio nada elegante.

Avenue Kersbeek 308

Y, al hacer zoom en el cartel que se ve en la imagen, se descubre que se trata de una gestoría en la que “domicilian empresas”: J-Jordens.

“Domiciliación de su empresa”

MTC está inactiva pero no se ha liquidado, por lo que parece. ¿Qué pensará hacer Polo con esa empresa quebrada? Si su madre era socia mayoritaria, él habrá heredado sus participaciones cuando falleció (si es que no tiene hermanos). ¿Tendrá deudas?

Antes de abrir la Roberto Polo Gallery en Bruselas, el susodicho tuvo una galería en París y luego en esa misma ciudad, llamada Historismus. Pues bien, también hay algún dato sobre ella. En la escritura de constitución (en mayo de 2010) aparece de nuevo, con el 100% del capital, María Teresa Castro. Sus resultados fueron menos desastrosos, pero tampoco fue un buen negocio:

Se liquidó en septiembre de 2014 con un balance de 0 €.

En una de tantas entrevistas que ha concedido aquí, en las que nunca ha habla de su galería, le preguntaron:

-Una vida dedicada al coleccionismo. Y con éxito: dicen que es multimillonario y que su colección está valorada en unos 350 millones de euros.

Y contestó:

-No es verdad. En arte sí, pero no en cuentas bancarias ni en propiedades inmobiliarias, que no tengo ni una sola.

Sospecho que la razón por la que no puede tener ninguna propiedad a su nombre es que tiene embargados sus bienes sine die, por aquel asuntillo de la estafa de 125 millones de dólares a unos inversores por el que fue condenado a prisión y a restituir lo birlado. ¿Está ya todo liquidado? ¿Nos aseguran que las obras son suyas? ¿Conoce la Junta de Castilla-La Mancha la situación financiera de Polo?