El Ayuntamiento de Madrid gastó 125 millones de euros en la remodelación del Palacio de Cibeles -inaugurado en abril de 2011-, que acoge ahora las dependencias administrativas municipales y el centro de arte CentroCentro. A esa cantidad habría que sumar los 400 millones en inmuebles con los que se tuvo que compensar la cesión por parte del Estado del antiguo edificio central de Correos. El ayuntamiento más endeudado de España ha emprendido en los últimos años obras faraónicas que cada uno valorará según sus criterios… yo me limito a ésta. Se ha creado un espacio cultural gigantesco al que se destinan, sólo en limpieza y seguridad -junto al área de oficinas-, cerca de 5 millones al año. Es gestionado por la empresa municipal Madrid Arte y Cultura (MACSA), a la que se ha encomendado la misión de convertirlo en “emblema del Paseo del Arte” y “sala de exposiciones con repercusión internacional”, centrada en la temática de la ciudad.

Salas de exposiciones, abiertas al gran hueco central

La impresión que produce es que no saben con qué llenarlo y que a los visitantes les interesa mucho más subir a la torre panorámica, visitar el Belén o admirar bóvedas y escaleras que ver exposiciones. Las cinco con las que ha echado a andar no tienen suficiente entidad para convertirlo en un centro de arte de referencia. La única que aguanta el tipo es Post-it City; el resto, con mis respetos a Francesc Torres, son reportajes sociales o documentales, cuando no meras reproducciones de obras de arte –Paseo por el amor y la muerte- sin ningún interés. A pesar de haberse diseñado con ese fin, las salas no son adecuadas para el montaje de exposiciones; el hecho de que estén abiertas al gran vacío central hace que sean ruidosas y que todo se confunda. El espacio de información cultural sobre la ciudad –un servicio, junto al de mediación cultural, subcontratado por más de 300.000 euros anuales a la empresa Magma Cultura- es una muy buena idea pero, en el ámbito de las artes visuales, se limita por el momento a ofrecer, además de atención presencial, algunos folletos de los museos del Paseo del Arte. Madrid es mucho más…

El nombramiento de Alberto Ruiz Gallardón como ministro ha provocado grandes movimientos en el Ayuntamiento. La renuncia de Alicia Moreno ha dado paso al nombramiento de Fernando Villalonga como máximo responsable del Área de las Artes, que tiene ante sí un gran reto y una gran oportunidad: dar por fin a los espacios para el arte del Ayuntamiento de Madrid la dimensión –y no me refiero a la arquitectónica- que deberían tener: consolidar, con una mejor dotación, la buena línea que está siguiendo Matadero, volver a poner en el mapa a Conde Duque y hacer una gran apuesta en el centro con la Serrería Belga. Está muy bien que se hayan recuperado estos edificios históricos pero el enorme esfuerzo económico ha supuesto que las actividades artísticas estén sometidas a una economía de supervivencia indigna de una capital como Madrid. Está previsto que la Serrería Belga se inaugure a mediados de 2012 como sede de MediaLab y, por ahora, se van paralizar las obras en Matadero, donde quedan sin uso las naves 8 y 9 en perjuicio del centro de producción que iba a gestionar la asociación de artistas AVAM. Es ahora el momento de potenciar los contenidos. Con CentroCentro el Ayuntamiento ha cometido un gran error que nos sale a todos muy caro. Sus 30.000 metros cuadrados se tragan el presupuesto del Área de las Artes. Para nada. Villalonga tendrá que repensar el mapa de las infraestructuras municipales para el arte. Si no es capaz de conseguir el presupuesto necesario para desarrollar una programación de altura en los miles y miles de metros cuadrados de espacios expositivos que el Ayuntamiento ha ido creando, sería preferible que se volcase en las que tienen mejores condiciones y mejor equipo para gestionarlas.

Obras en la Serrería Belga

Cuando se supo del nombramiento de Fernando Villalonga se habló de “sorpresa”. En realidad, es una persona muy próxima al matrimonio Aznar/Botella, pues además de haber sido Secretario de Estado con el primero existía una relación personal cimentada en el círculo vacacional de Oropesa, donde su primo Juan Villalonga, amigo de Aznar, invitaba en verano a la familia del ex-presidente. Tiene experiencia en la gestión pública de la Cultura pues fue, aunque sólo durante un año, Consejero de ese departamento en la Comunidad Valenciana, visión internacional a través de su carrera diplomática… y realizó una buena labor como Director de la Fundación Telefónica. Pero en este negociado de los gigantescos proyectos edilicios para usos culturales hay un dato en su biografía que da un poco de miedo: fue director de la oficina de Santiago Calatrava entre 2005 y 2007, momento en el que el arquitecto ya andaba metido en polémicas y litigios –hundimiento del escenario del Palau de las Artes, el proyecto paralizado por su alto coste para el Espacio Comercial de Castellón, el puente de Bilbao, el de Venecia…- y recibía encargos millonarios de gobiernos autonómicos y ayuntamientos del PP. Resulta, por cierto, que el nuevo Subsecretario del Ministerio de Educación y Cultura, Fernando Benzo, sucedió a Villalonga en la oficina de Calatrava, entre 2007 y 2009.

Démosle a Villalonga un voto de confianza. Y una idea: conseguir el acuerdo con la Comunidad de Madrid para traer a la ciudad la Colección ARCO, que está desde hace años en el Centro Galego de Arte Contemporánea y que hemos pagado los madrileños a través de la Fundación ARCO. Se quiso llevar a Matadero ya en 2006 –hubo incluso concurso de proyecto arquitectónico– pero los enfrentamientos políticos lo impidieron. ¿Qué tal en Cibeles?

 

Gallardón visita el Belén instalado en CentroCentro