Francia celebra este año el 30º aniversario de los FRAC (Fondos Regionales de Arte Contemporáneo), con el lema de “Las Pléyades”. Las 23 colecciones, dependientes de las regiones, funcionan como una “constelación” en la que cada una mantiene su independencia pero son globalmente entendidas como un fondo patrimonial del país, que participa en su financiación. Se han organizado diversos eventos y exposiciones conmemorativas y entre ellas figura y destaca, en el FRAC Basse-Normandie, la del español Jordi Colomer, que vive entre París y Barcelona y es un artista bien conocido en el país vecino. El punto de partida para todas estas exposiciones ha sido el de dar carta blanca a un artista para hacer una selección de la colección y presentarla mediante un “dispositivo original escenográfico o performativo, material o inmaterial”. Colomer ha concebido el proyecto La sopa americana, película y montaje expositivo en los que se adentra en los barracones de fabricación americana instalados en la posguerra en Pont-Audemer, utilizando obras ajenas, elementos arquitectónicos, imágenes de archivo y filmación actual. En la película, varias personas asisten a una extraña degustación culinaria en un entorno doméstico, el de uno de esas viviendas prefabricadas, decorado con obras del FRAC. Ya en la sala de exposición, las mismas obras elegidas por el artista -relacionadas con la arquitectura- se acompañan de puertas y ventanas de los barracones, instalados como si fueran relieves escultóricos. Más adelante, en septiembre, Les Abattoirs de Toulousse (FRAC Midi-Pyrénées) alojarán la exposición central del aniversario, donde se reunirán los 23 comisariados de los artistas, con una posterior itinerancia internacional.

Imagen de la película La soupe Americaine, 2013. Mr. Vesque con Bringing the War Home: House Beautiful de Martha Rosler delante de su casa americana tipo UK-100

La soupe Americaine: Bill Owens, Fourteen years ago, 1972, Sophie Ristelhueber, Fait (n 43), 1991 y Didier Marcel (Prefab Church, d’après E.T.), 2009.

Los FRAC fueron instituidos en 1982, como gran proyecto cultural vinculado a la Ley Defferre de descentralización, con tres objetivos fundamentales: coleccionar obras de artistas vivos, favorecer el acceso a través de la pedagogía a los debates del arte contemporáneo y permitir el contacto con él de los habitantes de las poblaciones pequeñas y medianas. Cada región francesa tiene su FRAC y en conjunto han reunido a lo largo de estos años unas 26.000 obras de unos 4.200 artistas; de ellos, un 55% son franceses o residen en Francia. Hay un funcionamiento más o menos estandarizado que fija la misión y marca pautas para la realización de adquisiciones: un comité de expertos propone obras para su compra, que es decidida por el consejo de administración de cada FRAC. Por cierto, que hace tiempo que se pide más transparencia en la información sobre los criterios en la selección, la composición de los comités, los precios pagados… El Estado tiene una participación desigual los FRAC, que va del 5% al 50%; en 2013, las cantidades oscilan entre los 98.000 y los 550.000 euros; esa desigualdad ha sido criticada y hay quienes argumentan que el mayor apoyo se dirige a las regiones con mejor contexto para el arte actual, contradiciendo así la voluntad democratizadora de la iniciativa. De los 23 FRAC, 15 son jurídicamente asociaciones y 7 están integrados en los departamentos de Cultura de las regiones. Recientemente, los FRAC de “nueva generación” –enseguida lo explicaré- se han convertido en “establecimientos públicos de cooperación cultural”.

Los FRAC no son las únicas colecciones públicas de arte más allá de los museos. Existe el FNAC (Fonds national d’art contemporain), con 50.000 obras, y en algunas ciudades hay colecciones municipales, como el FMAC (Fonds municipal d’art contemporain) de París, con 20.743 obras, de las que cerca de 3.000 son contemporáneas… e incluso algunos “departamentos” tienen la suya, como Seine-Saint-Denis, con unas 2.000 obras.

El aniversario constituye una buena ocasión para preguntarnos en qué se parece y en qué se diferencia esta estructura de la creada en España más o menos en el mismo arco temporal, y cuáles son los desafíos de futuro para el modelo francés. Sería prolijo examinar todos los detalles pero avancemos algún aspecto.

En primer lugar cabe destacar esa condición unitaria dentro de la pluralidad, el objetivo común y la tutela del Estado. En la España autonómica contamos con muchos museos y centros de arte contemporáneo pero, como ya apunté en otro artículo, las colecciones públicas activas son en realidad bastante pocas. Dudo que podamos ahora mismo sumar no ya 23 sino ni siquiera 17. No existe aquí el modelo del fondo de adquisiciones aunque diversas administraciones –ayuntamientos y diputaciones sobre todo- tengan colecciones propias y variopintas sin sede, conservadas en dependencias diversas (otra diferencia: no accesibles al público, por lo general), sobre las que no existe ningún control. Es probable que, sin esa estructura y coordinación a nivel estatal, algunos de los FRAC –que tienen sus detractores, los sempiternos enemigos de las inversiones culturales- se hubiesen paralizado o incluso hubiesen vendido parte de las colecciones, algo que podían legalmente hacer.

Esa condición de colección sin sede física se contrapone al extendido modelo español de sede sin colección y, a veces, sin proyecto. En Francia el nomadismo se mantuvo durante casi dos décadas; aún hoy, según los datos oficiales, al menos una tercera parte de las obras de las colecciones FRAC se ponen cada año en circulación de una u otra manera, en préstamos para exposiciones pero también en colegios, universidades, hospitales, asilos, cárceles, monumentos históricos. A mediados de los 90 algunos empezaron a tener locales más o menos provisionales y a partir del año 2000 sedes propias, cuando el FRAC Pays de la Loire se instaló en un edificio construido para él; le siguió en 2002 el FRAC Île-de-France, con un espacio adaptado, y hoy casi todos cuentan con algún tipo de espacio. En el 20º aniversario de los fondos se anunció la apertura de una nueva etapa, la de los FRAC “de  nueva generación”, con edificios propios cuyo diseño se encargaría a arquitectos-estrella. Algunos FRAC se asociaron a museos ya existentes –parece una solución muy razonable que ha adoptado, entre otros, el mencionado del Midi-Pyrénées con Les Abattoirs- y otros han inaugurado o están construyendo sus edificios. A medida que pasaban los años y crecían las colecciones, los FRAC debían encarar un problema cada vez mayor: el almacenamiento, la conservación y la gestión de la colección consumían cada vez más recursos humanos y económicos, y el volumen de obras que debían permanecer en los almacenes empezaba a cuestionar la vocación de “colecciones nómadas”. Se optó por un salto adelante no exento de nuevas complicaciones: la construcción de los FRAC “de nueva generación” está siendo, lógicamente, cara. Hay que tener en cuenta que estas colecciones han tenido presupuestos moderados –por debajo de los de los museos- de los que una gran parte se dedicaba a las adquisiciones. Ahora, justo en el momento de los recortes, tienen que enfrentarse a los gastos extraordinarios que las nuevas instalaciones suponen y se les plantea la consabida incógnita de la autofinanciación. El Estado ha prometido su apoyo pero no será suficiente, y se están diseñando estrategias para la colaboración con empresas. También en contra de los principios de los FRAC: habrá que pagar por la entrada a las colecciones, y ya se cobra el acceso a las exposiciones. ¿Serán los flamantes edificios suficiente acicate para incrementar sustancialmente el número de visitantes? En la actualidad no es muy alto: una media de menos de 30.000 anuales por FRAC.

FRAC Aquitaine, en la méca – maison de l’économie créative et de la culture, Burdeos. BIG – Bjarke Ingels Group

FRAC Nord-Pas de Calais, Dunkerque. Lacaton & Vassal Architectes

FRAC Centre, Orléans. Jakob + MacFarlane architectes

En definitiva, los FRAC se quieren transformar en museos al uso, y algunos se preguntan si Francia necesita más. El año pasado se presentó en el Centre Pompidou una exposición en la que se daban a conocer los proyectos arquitectónicos de los FRAC de nueva generación. Seis de las regiones se han embarcado en costosas infraestructuras, financiadas en parte por el Estado. Son los de Centre (14 millones de euros), Bretagne (17,8), Provence-Alpes-Côte d’Azur (20), Nord-Pas-de-Calais (12,8), Franche-Comté (forma parte de la  Cité des Arts et de la Culture, 46,4) y Aquitaine (en el complejo cultural Méca, 52). Habrá que esperar para saber si la estrategia es acertada.