Hace unos días escribía sobre una inadmisible injerencia política en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, amenazado por una exposición que celebraría el 75 cumpleaños de Cristóbal Gabarrón y que estaría acompañada de la instalación, a las puertas del Museo Nacional de Escultura, de un monumento conmemorativo del 75 aniversario de la ONU, del mismo artista. El alcalde Óscar Puente compareció ante los medios el mismo día en que publiqué ese artículo y reconoció que sí existía ese proyecto pero que aún no estaba “definido” en qué espacio se montaría. Pero por supuesto que estaba definido: llevan meses haciendo preparativos para plantarla en el Patio Herreriano. La vaguedad de la respuesta podría significar que, ante la alarma que el proyecto está provocando en la comunidad cultural, está reconsiderando la imposición de la exposición al director del museo, Javier Hontoria, quien se resiste a acogerla. O simplemente que Puente no se atrevió a confirmar lo que todos ya sabemos para retrasar en lo posible la reacción adversa. Ese día dijo también que la de Gabarrón no sería la única muestra con la que se celebraría el aniversario de la ONU en Valladolid sino que había “varias” en marcha, mencionando como comisaria a Margarita Asuar. Raro que un alcalde se acuerde del nombre de una comisaria, ¿no? ¡Ah, pero es que no es cualquier comisaria! Bueno, ni siquiera es una comisaria.

Pedro Sánchez y Margarita Asuar

Ella se presenta ahora, en la web de su Asociación Armazón, de la que hablaré luego, como “comisaria de arte especializada en proyectos de arte de intervención social. (…) Sus Proyectos siempre tienen una motivación social porque parten de la premisa el arte sí puede cambiar el Mundo”. Pero su trayectoria es otra. Licenciada en Derecho, ejerce desde 1992 y, al menos desde 2010, junto a su entonces marido y socio en el despacho Lex Legis Omnibus, Francisco Gandullo –cónsul honorario de Panamá en Sevilla–, asesorando a particulares y administraciones. Aparece en la esfera pública en 2005, cuando ingresa a propuesta del Partido Andalucista en el Consejo Consultivo de Andalucía, en el que permanece hasta 2011. En 2010 participa como vocal en la constitución de la fundación de una histórica del PSOE andaluz, Amparo Rubiales, y por esas fechas trabaja como asesora legal para Juan Espadas, hoy alcalde de Sevilla, lo que la anima a afiliarse al partido. Cuando Espadas consigue el bastón de mando en 2015, la nombra directora general del Distrito Casco Antiguo. En 2017 formaba parte de la ejecutiva local del PSOE en Espartinas (Sevilla). Fue primero susanista y después devota sanchista.

Toda su actividad –poquísima– en el terreno de las artes visuales es utilitaria, al servicio de las causas sociales que defiende, con mucha valía humanitaria pero con un nivel de exigencia artística extraordinariamente bajo. La ha desarrollado fundamentalmente a través de las asociaciones creadas por ella: Global Art References y Armazón. No quiero hacer sangre dando detalles de los eventos organizados, pues son casi siempre iniciativas orientadas a ayudar a personas desfavorecidas por una u otra razón, pero sí quiero proporcionar alguno sobre su experiencia curatorial más “importante”, con la que hizo un primer ensayo de colaboración institucional antes de dar el do de pecho con su engendro para la Agenda 2030. Se trata de Otras meninas, más meninas, la muestra que llevó en 2013 al Parlamento de Andalucía, cuando Susana Díaz era consejera de Presidencia e Igualdad, con el objetivo de promover la igualdad y la autonomía de la mujer. En realidad, era una ampliación de una exposición anterior, que comisarió Rosa Perales para Woman Together y que se presentó en 2002 en la Fundación Telefónica. Aunque aquella era muy irregular y tenía muy poca enjundia, contaba con artistas apreciables como Paloma Navares, Montserrat Soto o Avelino Salas, entre otros. Por cierto: participaba también Cristóbal Gabarrón. Estuvo rulando durante años por toda España; a Sevilla llegó en 2006, instalándose en el Alcázar. Y volvió en 2013, al Parlamento de Andalucía, no se entiende bien por qué, ya con comisariado de Asuar. Su aportación consistió en añadir la sección “más meninas”, con una carencia absoluta de criterio (vean el catálogo) que no le impide querer “cambiar el mundo” con este tipo de arte. Llevó versiones de la muestra a un par de pueblos de Sevilla y al consulado de Panamá en la ciudad (recuerden que su exmarido es el cónsul).

Los actuales apoyos de Margarita Asuar nada tienen que ver con aquellos. No hace mucho, contrajo matrimonio con Manuel Escudero. Considerado como el gurú económico de Pedro Sánchez, fue coordinador del programa (1998-1999) de Josep Borrell en su candidatura a la presidencia y más tarde diputado (2003-2004); tras una larga estancia en Nueva York (2005-2010) como director de redes del Global Compact en Naciones Unidas y una etapa como director de la Deusto Business School se convirtió en una figura clave para el actual presidente al redactar su proyecto político para las trascendentales primarias de 2017. Tras la victoria, Escudero pasó a ser secretario del área de Política Económica y Empleo, formando parte de la ejecutiva socialista. Y fue él quien arropó en Valladolid a Óscar Puente en su presentación como nuevo portavoz de la ejecutiva del PSOE en junio de aquel año. Allí manifestó que el alcalde había “terminado donde tenía que terminar por todas sus cualidades”. Tres años después, Puente tiene, se dice, aspiraciones más altas. No quiere “terminar” en Valladolid y estaría trabajándose su posición en Ferraz y sus relaciones en el Gobierno. Le convendría mucho ser complaciente con Asuar, Escudero o Gallach.

Manuel Escudero y Óscar Puente, en rueda de prensa de la Ejecutiva del PSOE

En cuanto Sánchez puso pie en la Moncloa, en junio de 2018, destituyó a José Ignacio Wert para nombrar a Manuel Escudero embajador de España ante la OCDE. Con 137.000 euros de sueldo y un palacete en París. Con ello, Escudero ganaba además influencia en el ministerio de Exteriores, justo en el área (la cooperación y el desarrollo económicos) en la que trabajaría Cristina Gallach, elegida por el presidente solo unos días después como alta comisionada para la Agenda 2030 de la ONU. Lo ha sido hasta que en febrero de este año fue nombrada secretaria de Estado de Asuntos Exteriores y para Iberoamérica y el Caribe.

La Agenda 2030 es el núcleo de la exposición que Margarita Asuar organizó para la Cumbre del Clima de Madrid en diciembre de 2019 y que ahora el Ayuntamiento de Valladolid quiere llevar a la ciudad, posiblemente al Patio Herreriano. En su perfil en Facebook, ella explica que su “inspiración para realizar este Proyecto la tuve en el Foro de Alto Nivel de ONU en New York en julio de 2019. Allí me di cuenta que faltaba una sistemática y que era muy difícil recordar los ODS. En agosto de 2019 escribí una metodología para implementar la Agenda 2030 a nivel local, que aún no se ha aplicado en ningún municipio. Y en septiembre de 2019 creé este Proyecto”. No sé qué hacía en el foro de la ONU pero sí que participaron en él tanto Juan Espadas como Cristina Gallach.

En octubre de 2019, Margarita Asuar constituyó la Asociación Armazón, que tiene como fines los derivados de “difundir e implementar la Agenda 2030 y los ODS” (objetivos de desarrollo sostenible), con el apoyo expreso de Gallach. A finales de ese mes, Pedro Sánchez ofreció a la ONU asumir la organización de la Cumbre del Clima que no podía celebrarse en Chile y hete aquí que Asuar tenía en mente una exposición para dar un toque cultural al evento. Aquí no puedo ser clemente: fue una vergüenza. En un corredor de IFEMA, en la entrada a la sala de reuniones de los Jefes de Estado que participan en la cumbre, se dio ante todo el mundo una imagen lamentable del arte español contemporáneo. Aquí tienen el catálogo para que se hagan una idea.

Cristina Gallach con Margarita Asuar (segunda y tercera por la izquierda) en la Cumbre del Clima

A Cristina Gallach la exposición le pareció estupenda. Manifestó que “el proyecto Armazón ha marcado el camino y es una iniciativa que merece ser apoyada para que llegue a todas las ciudades posibles y a todas las personas“. También: “Un honor poder incorporar en el marco de la COP25 a esta exposición única –vean que asume la responsabilidad–, que explica todos los objetivos a través de creaciones artísticas excepcionales. Gracias Margarita por tu visión y entrega al incorporar magníficos artistas al mensaje compartido de urgencia en la acción contra el cambio climático y en favor de la Sostenibilidad. Os seguiremos a ti y a tus artistas, después de la COP25, adonde vayáis”.

También le encantó a Óscar Puente, que intervenía en una mesa redonda sobre el papel de los Ayuntamientos en las políticas ecológicas. Y anunció que la iba a llevar de inmediato al Patio Herreriano, sin contar en ningún momento con su director (les recuerdo que Javier Hontoria llevaba casi un año al frente del museo). Su arranque complacería además a Pedro Sánchez, que se identifica mucho con la Agenda 2030 y que no se quita de la solapa el colorido pin de los ODS.

Margarita Asuar y Óscar Puente, con la exposición de fondo

Algo retrasó la itinerancia y luego vino el confinamiento, pero en junio de 2020 teníamos al alcalde, con la concejala Ana Redondo, reunidos por videoconferencia con Gallach “para abordar diferentes proyectos culturales”. Antes pensaba que esos tratos tuvieron como foco las gabarronadas pero ahora entiendo que Armazón era el núcleo del pack “cultural”. Es cierto que, como secretaria de Estado de Asuntos Exteriores y para Iberoamérica y el Caribe, Gallach tiene responsabilidades sobre las relaciones con la ONU (a través de la Dirección General de Naciones Unidas, Organismos Internacionales y Derechos Humanos) y por tanto “autoridad” para negociar la gabarronada. Pero las competencias sobre la Agenda 2030 pasaron, en el reparto del gobierno de coalición, a Unidas Podemos. Ione Belarra es desde enero secretaria de Estado para la Agenda 2030, en dependencia del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, cuyo titular es el mismísimo vicepresidente Pablo Iglesias. ¿Tienen ellos noticia de esta iniciativa y, sobre todo, de las formas con las que se está planificando? Hace unos días se publicó en el BOE una orden sobre la composición y el funcionamiento del Consejo de Desarrollo Sostenible que tiene como objetivo hacer más participativa la puesta en marcha de la Agenda 2030. Me parece que todo lo que rodea a Armazón es contrario a ese espíritu.

Óscar Puente y Cristina Gallach, en videoconferencia

La itinerancia “para que llegue a todas las ciudades posibles” se inició en Vélez Málaga, donde tiene su sede la Asociación Armazón y de donde son oriundas dos de las artistas participantes. Artistas que, por cierto, no solo “colaboran en los Proyectos de la Asociación Armazón de forma completamente altruista” –las buenas prácticas lo desaconsejan si no es por iniciativa propia– sino que además le entregan o depositan obra no se entiende en qué condiciones, pues Asuar solicita, para valorar su incorporación, el envío de “bocetos” de 130 x 130 cm (¡!).

¿Qué ofrece Armazón a los ayuntamientos?

  • La intervención social mediante el arte…. Una Exposición de arte única en el Mundo
  • La visibilidad pública mediante la difusión del Catálogo y los videos de la Exposición en redes sociales y medios de comunicación… Será Noticia en tu Ciudad y en el Mundo
  • El diálogo social entre los artistas y la Ciudad, representada por su Gobierno, las empresas, las instituciones y la sociedad civil… Aportará Paz Social
  • La posibilidad única de ser los pioneros en el itinerario de la única Exposición de arte sobre el desarrollo sostenible que comenzó en la Cumbre del Clima … Es Tiempo de Actuar

En fin… Parece que ya tiene comprometidos Sevilla, varios municipios de Extremadura (a través de la Diputación de Badajoz) y ¿Zaragoza? (no lo afirma). Además de Valladolid, claro.

Malo será que la exposición, que es verdaderamente una calamidad, se instale en cualquier sala pública, en Valladolid o en otras ciudades. Pero si se pretendiera llevar al Patio Herreriano o a cualquier museo con supuesta autonomía en la programación sería un caso de bullying político a la cultura diría casi que sin parangón. Normalmente los directores de museos o responsables de instituciones culturales se las han de ver con concejales o consejeros que tienen ideas (por lo general muy malas) propias sobre lo que tendría que programarse en ellos. Una lucha desigual en la que al director le puede quedar no obstante recurso al intento de razonamiento o a la denuncia. Pero aquí nos encontramos a unas personas que no solo ostentan altísimos cargos sino que forman parte del círculo más próximo al presidente del Gobierno o de la dirección del PSOE. ¿Ven qué dimensiones tiene el paquete que se le echa encima a Hontoria o a quien quiera que se le ponga el proyecto sobre la mesa? ¿Ven qué gran hipocresía es defender la agenda buenista del desarrollo con la apisonadora del poder?