Ya en enero, José Manuel García-Margallo, ganó la vieja guerra entre Cultura y Exteriores sobre el control del Instituto Cervantes sin que José Ignacio Wert presentara batalla. Seguramente sabían los dos que, sin presupuesto, el proyecto que José María Lassalle había cifrado en su Proposición de Ley de Racionalización de la Acción Cultural Exterior y Reforma del Instituto Cervantes –presentada por el PP ante el Congreso en julio de 2010- no tenía grandes posibilidades de salir adelante. Educación y Cultura ha obtenido, quizá en compensación, un mayor control sobre AC/E (Acción Cultural Española) a través de la entrega de su Presidencia a María Teresa Lizaranzu, Directora General de Política e Industrias Culturales. Nos quedaba la duda de si el Cervantes, aun en Exteriores, sería sometido a esa transformación profunda que debía convertirlo en organismo único para la acción cultural exterior, como pretendía la citada Proposición de Ley: “se prevé la integración en el Instituto Cervantes de todos aquellos órganos, centros, planes y programas dedicados a la consecución de sus fines”, que incluirían la ejecución de la internacionalización de las industrias culturales españolas, los pabellones de España en las exposiciones internacionales, la organización de las conmemoraciones culturales y la redacción de “un Plan Director cuatrienal que actúe como marco de la Acción Cultural Exterior de España, con la participación de los profesionales de la cultura, en todas sus facetas, y de las instituciones privadas del sector”.

Víctor García de la Concha, José Manuel García Margallo y José Ignacio Wert

Pero cada nuevo movimiento en los organismos competentes en la promoción cultural exterior ha ido alejando la posibilidad de un organismo único o, al menos, director. En primer lugar porque el Instituto Cervantes no tiene ahora capacidad para asumir otras tareas que no sean la de optimizar la enseñanza del español y organizarse mejor. Víctor García de la Concha, su Director, dio datos muy elocuentes en su comparecencia ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso el pasado 18 de abril: Alemania aporta al Goethe Institut, con 150 centros, 215 millones de euros –el presupuesto total es de 290 millones-; el British Council, con 242 centros, recibe 211 millones de libras de dinero público –de un total de 705 millones-; el Instituto Cervantes, con 77 centros en todo el mundo, tiene para 2012 un presupuesto de algo más de 80 millones de euros. De los que transferencias corrientes son 76 millones. Más de 61 millones se destinan a los gastos de personal: la plantilla es de 1.160 empleados –260 en los servicios centrales- y 900 colaboradores, y casi todo lo demás se dedica a bienes y servicios, con una gran partida para los alquileres de las sedes. Para actividades culturales, el Cervantes dispone en total de unos 16 millones de euros: una media de 200.000 euros por centro. Como en todas partes, se les ha exigido mayor austeridad y el Director podría estar considerando una subida en las matrículas –hizo alusión a los precios de la enseñanza en el British Council- y haciendo estimaciones de lo que aportaría al Cervantes la nueva Ley de Mecenazgo. “En cultura, aspiramos a que, siendo el Cervantes uno de los grandes promotores de la cultura española en el extranjero, no vayamos cada uno por nuestra parte junto con las otras instituciones del Estado que proyectan cultura en el exterior”, dijo, y habló de “producir sinergias” y aprovechar la cultura latinoamericana, pero nada de una integración o de un papel protagonista.

Parece, en efecto, que hay entre los organismos una buena disposición a colaborar. García de la Concha pidió a Lassalle que  designara “a la persona que en el Cervantes va a ser responsable de cultura, para que la proyección de acción cultural del Instituto Cervantes vaya unida a la que hace el Ministerio de Cultura, que ahora tiene incorporada la AC/E”; la elegida fue Montserrat Iglesias, que rendirá cuentas ante Rafael Rodríguez-Ponga, Secretario General. Ojalá consiga dar coherencia a la actividad cultural del Cervantes, sobre todo en el capítulo de artes plásticas que es, por decirlo suavemente, muy desigual. Pero todo se quedará como estaba. Lo confirma la aprobación, en el Consejo de Ministros del pasado viernes, de la modificación del reglamento del Instituto Cervantes para reducir el patronato –por la unión de Educación y Cultura- y aclarar las funciones del Director y del Secretario General, sin que se comentase nada sobre la “redefinición del papel del Instituto Cervantes” que anunciaba el programa electoral del PP.

La AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), que depende de Exteriores, no va a ceder la gestión de los centros culturales de España, que en el diseño inicial dependerían del Cervantes. Y seguirá decidiendo sobre la presencia española en la Bienal de Venecia. Tiene nuevo Presidente, Jesús Manuel Gracia Aldaz, nuevo Director, Juan López-Dóriga, y nueva Directora de Relaciones Culturales y Científicas (en adscripción provisional), Itziar Taboada. Cuando los equipos se instalan en sus cargos resulta mucho más difícil hacer cambios. Lo mismo ha ocurrido en AC/E. No es plausible que Lizaranzu subordine su sociedad estatal a Exteriores, es decir, al Cervantes: hace dos meses que se nombró una nueva Directora General, Elvira Marco, cosa que no se habría hecho de estar planeando una “opa”. AC/E, el resultado de la fusión de SEACEX, SECC y SEEI, no ha conseguido ponerse a funcionar a pleno rendimiento desde que hizo su presentación en marzo de 2011. Ha estado lastrada por una carencia de proyecto claro –se concibe como “ente instrumental”- y por un exceso de personal. Tuvo un presupuesto inicial de 30 millones de euros que en parte no se han invertido, quizá por la incertidumbre sobre el futuro del organismo que introducía el previsible cambio de Gobierno. Buena parte de sus cerca de 100 empleados –cuando se efectuó la fusión de las tres sociedades estatales se procuró evitar los despidos- tienen bastante poco que hacer y ahora, se rumorea, se prepara un ERE para reducir el personal en un 40%. Marco, que atiende amablemente mi llamada, desmiente que exista ese propósito e informa de que la Reforma del Sector Público Empresarial sólo les ha afectado en la eliminación de dos sueldos –Presidencia y Gerencia- y una leve reducción del número de consejeros, de 13 a 12. Un ahorro que podemos calificar de simbólico. Están comenzando a programar para 2012 y 2013, sobre todo conmemoraciones -como el Descubrimiento de La Florida- y el Año de España en Japón, es decir, proyectos diplomático-políticos. Se mantendrá, aunque no sabe aún en qué medida y cómo, el programa de arte contemporáneo que AC/E heredó de SEACEX y se iniciará otro de promoción de industrias culturales. La Directora considera que la coordinación con los otros organismos es buena pero, al parecer, no se están siguiendo las directrices ni utilizando las herramientas del Plan Nacional de Acción Cultural Exterior que el anterior gobierno presentó en abril de 2011 y que se proponía hacer justamente lo que ahora se persigue: coordinar los diferentes organismos. Con la gravedad de la crisis económica y la consiguiente crisis política, no tuvo el desarrollo que se prometía y ahora esa tarea –desarrollar el PACE- no estaría en la agenda. En la toma de posesión de Rafael Rodríguez-Ponga, el Ministro de Exteriores anunció que el 13 de junio se presentará en el Teatro Real de Madrid el proyecto Marca España, en el que, cabe esperar, se acentuará la concepción instrumental de las artes al servicio de la diplomacia y el comercio exterior. ¿Sustituirá este proyecto al PACE?

Lo dicho: hasta el momento todo sigue igual. ¿Figurará este asunto en el índice del Plan Estratégico que la Secretaría de Estado de Cultura estaría redactando? ¿Serviría de algo? Aunque contemos con personas preparadas y con ganas de trabajar bien, hasta que no llegue un Presidente del Gobierno que tenga las ideas claras al respecto y ordene las competencias de los ministerios, así seguiremos. Cada uno con su parcela y sin una acción cultural exterior que merezca tal denominación.