Diseñart. Octubre de 2007
Galería Distrito 4, Madrid

Filipa César y el vuelo de los cosmonautas

Filipa César (Oporto, Portugal, 1975) no ha necesitado de los eventos artísticos más mediáticos para despertar el interés de los conocedores; desde que se licenciara en Bellas Artes en Lisboa y se trasladara a vivir a Berlín, donde ya lleva nueve años, ha podido trabajar con el apoyo de importantes galerías (Cristina Guerra en Lisboa, Mai 36 en Zúrich, Distrito 4 en Madrid…) y el respaldo de centros como la Fundación Gulbenkian, el Museo Serralves y la Kunsthalle de Viena. Es uno de los nombres incontestables de la joven plástica portuguesa y en España hemos tenido la suerte de ver una buena parte de su producción tanto en esta galería, como en colectivas y en ferias.

Muy consciente de su condición de emigrada, de nómada, la artista observa con distancia crítica y curiosa. Sobre todo, estudia la gesticulación individual y social, y determinados rasgos identitarios —también interpretables como “expresiones”— del panorama urbano. El formato que ha elegido para mostrar esas observaciones es el vídeo, partiendo de su vertiente documental. Filipa César no cambia la realidad, no utiliza actores ni escribe un guión para poner en escena una acción. Sin embargo, su visión es transformadora, en el sentido de que muestra lo cotidiano desde una percepción extrañada. El letimotif de su trabajo podría ser algo así como “mirar cómo miramos”. Para mirar hay que deshacerse de los automatismos visuales y fijar la atención. La mirada es la herramienta primaria del arte y mero el acto de observar contiene ya un germen de representación: un escenario, un personaje u objeto interesante, un espectador. Ella detecta las situaciones reveladoras, las filma y les da un sentido nuevo a través de un montaje que se aleja del estilo documental a través de un fuerte sentido coreográfico y rítmico.

En esta exposición —con título aliterativo— nos ofrece tres de sus proyectos más recientes. El primero es una seductora serie fotográfica, Raccord, en la que se ha acercado, por la noche, a los sets de filmación de películas en el centro de Berlín. Focos, máquinas de lluvia, pantallas para filtrar o concentrar luces, grúas, vehículos, cámaras y sillas plegables perturban la inactividad nocturna. Filipa César utiliza fuertes contrastes (fotografía en blanco y negro) y logra altas calidades estéticas, pero lo que le interesa por encima de esto es poner al descubierto el complejo “dispositivo para la mirada” que toda esa impedimenta compone.

Con un equipo más reducido, pero con similar intervención del espacio público, llevó ella a cabo la filmación del segundo de los proyectos, Allee der Kosmonauten, en el que el recurso cinematográfico de la cámara subjetiva —es decir, de la identificación de la lente con el ojo del espectador— nos hace participar de una trama de significados asociados al viaje espacial. A partir de la guerra fría, la carrera por liderar la navegación del cosmos se convirtió en una causa popular en los países tras el telón de acero, y en Berlín se dedicó una gran avenida a los astronautas socialistas. El vídeo retoma la vena más irónica de Filipa César, de un humor fino y certero que apostilla lo cotidiano. Aquí la cámara-ojo recorre lentamente la avenida, flanqueada de los característicos grandes bloques de cemento de los setenta, hasta que comienza a elevarse, a volar, se lanza hacia las nubes y vuelve al suelo, boca abajo, para continuar su paseo. Un comentario histórico, y también una escenificación del sueño de volar, de huida de la realidad, que, paradójicamente, no tiene nada de onírica.

La subjetividad es finalmente la base argumental de Rapport, reelaboración del material grabado en un seminario de Programación Neuro-Lingüística (PNL), que relacionan lenguaje, mente y cuerpo con la finalidad de superar conflictos y complejos. Lo que a la artista le interesa de estas técnicas es que se teatralizan, y se visualizan “como proyecciones” —lo que crea un vínculo conceptual con la filmación del vídeo artístico— los sentimientos y las situaciones. La obra es rica en matices intelectuales y en interconexiones entre su argumento y su formalización, pero carece del gancho visual de otros trabajos de Filipa César, y es en ese sentido inexpresiva.