A los arqueólogos, historiadores y restauradores italianos no les gusta la lluvia. Cada frente que atraviesa el país deja tras de sí alguna bóveda dañada, algún pedazo de cornisa o de muro en el suelo, algún fresco empapado. Y no hay dinero para restaurar el inmenso patrimonio histórico-artístico del país. El mundo sigue con alarma las noticias sobre los derrumbes en Pompeya, que está pendiente de que la UNESCO le retire o no su condición de Patrimonio de la Humanidad, pues tenía hasta finales de 2013 para subsanar graves deficiencias de gestión y conservación. Agravadas por la corrupción.

El Estado italiano dedica un 0,2% de su presupuesto a la cultura, casi a la cola de los países europeos, siendo uno de los que tienen mayor riqueza patrimonial. En octubre de 2013, el gobierno de Letta promulgó un decreto ley 91/2013, “Valore Cultura”, que intenta poner dos o tres parches pero que no parece en absoluto suficiente para desviar la gravitación hacia el abismo. Ya saben que, en los últimos tiempos, se confía allí en la buena voluntad de las grandes empresas, y en las excelentes perspectivas de marketing que encuentran en estos proyectos, para que se ocupen de las costosas restauraciones de los momentos más turísticos (Coliseo, Fontana di Trevi, Puente de Rialto). Pero las obras de arte conservadas –es un decir- en los museos no resultan tan atractivas para los mecenas, a pesar de los buenos incentivos fiscales, y hay muchas, demasiadas, que necesitarían urgentes labores de limpieza, consolidación y restauración que no se pueden pagar.

Así que el Ministero dei Beni e delle Attività Culturali e del Turismo (MIBACT) “sortea” los pocos fondos de los que dispone para la restauración de esas obras, y viste de evento festivo una iniciativa con un fondo luctuoso: brinda a los italianos la posibilidad de elegir qué obra se restaurará, entre un reducido grupo de propuestas. ¿Y las que no han ganado? ¿Y las que no han sido seleccionadas?

En el último trimestre de 2013, algunos museos y  sitios arqueológicos italianos abrieron excepcionalmente sus puertas por la noche, los últimos sábados de cada mes, entre las 20 y las 24 horas. “Una noche en el museo” reportó algunos ingresos extra al Ministerio, que decidió invertirlos en una operación de restauración urgente y quiso involucrar a los visitantes en la iniciativa. Estableció en Facebook un sistema de votación para que los internautas eligieran la obra de arte privilegiada que se quitaría de encima unas centurias de envejecimiento y deterioro. El proyecto se ha llamado L’Arte Aiuta l’Arte (el arte ayuda al arte) y se ha apoyado en los 2.326 internautas que expresaron a lo largo de unas tres semanas (26 de octubre a 15 de noviembre) sus preferencias. El número de participantes –75% mujeres- es, en realidad, bastante reducido y habría que preguntarse si una parte de quienes conocieron el “concurso” no se vería capaz de pronunciarse. Creo que a mí me pasaría eso. De entre las ocho seleccionadas, pertenecientes a museos de Venecia, Florencia, Roma y Nápoles, ganó la Virgen con el Niño de Perugino, del Museo di Capodimonte en esta última ciudad. Parece que la localización geográfica de los votantes –21% en Campania, 17% en Lazio, 10% en Lombardía…- ha tenido bastante que ver en los resultados: habrían votado en buena parte en favor de los museos de cada región.

Perugino, Virgen con el Niño. Museo di Capodimonte

No sé por qué causa, ninguna de las obras es de una importancia extraordinaria, aunque todas son valiosas y bellas: varias son anónimas, o de autor de segunda fila, o con intervención del taller del maestro, como la ganadora. La segunda clasificada fue otra Virgen de un seguidor de Rafael y la tercera, la escultura romana de un caballo. No se ha difundido la cantidad que se dedicará a la restauración pero sí sabemos que se trata de aplicarle una limpieza general y desvelar algunos detalles del fondo. El plan era comenzar a inicios de este año, pero no ha habido más noticias sobre ello. Se quiere dar acceso a un público reducido, mediante inscripción, al taller de restauración y filmar todo el proceso. Se espera mostrar el resultado en la exposición sobre Rafael que el Museo di Capodimonte inaugurará en primavera. En España hemos visto ya alguna operación de difusión parecida pero sin ese componente de excepcionalidad (ver Los hospitales del arte).

La iniciativa tiene una cara positiva, pues puede ayudar a concienciar a los ciudadanos sobre las necesidades de mantenimiento del patrimonio artístico, haciéndolos partícipes en su “salvación”, pero también tiene un perfil muy siniestro. Es terrible que los museos no puedan restaurar todas las obras que lo necesitan. En el Ministerio dicen que las otras siete concursantes serán pronto atendidas pero no se han anunciado más campañas para obtener fondos extra, ni más votaciones.