Los 70. Saber de dónde venimos
Teatro Fernán Gómez, Madrid
Publicado en El Cultural

Es la gran exposición central de esta edición de PHotoEspaña: la ya tradicional colectiva en la que se expone el argumento que pone título al festival. Lo cotidiano. Hay sin embargo algunas de novedades importantes. La primera es que no se trata de una mirada a la fotografía actual: se retrotrae a los años 70, con la aceptable justificación de que se produjo entonces un salto cuantitativo y cualitativo en la imbricación de fotografía y sociedad que tiene aún ecos hoy. La segunda es que la muestra no se ha concebido como un diálogo entre obras que van recorriendo diferentes vertientes y matices del tema sino como una sucesión de “exposiciones” individuales de nada menos que 23 artistas. Cada uno con su lienzo de pared bien delimitado y sin que se perciba claramente una clasificación o una ordenación por afinidades. En algunas salas coinciden aproximaciones similares a la fotografía; en otras no. La tercera es que se trata de una exposición ejecutada a cuatro manos: las de Sérgio Mah, comisario general de PHotoEspaña, y las de Paul Wombell, prestigioso comisario de fotografía que fue director de la Photographer’s Gallery de Londres.
Hace dos años tuve oportunidad de escribir sobre la exposición que Wombell comisarió para el décimo aniversario del festival, Local, en el Canal de Isabel II. Objetaba entonces que la propuesta no tenía la contundencia que podría haber alcanzado debido a las grandes distancias en los conceptos, en las estéticas y en el tiempo entre las obras expuestas. En esta ocasión sí hay coherencia temporal, pero sigue faltando la estética y conceptual. La muestra del Teatro Fernán Gómez no es del todo convincente ni en el desarrollo del argumento ni en el intento de mostrar cuan importante fue esa década en las aportaciones de la fotografía al arte contemporáneo. La tesis se ve debilitada por apoyarse en parte en obras cuya intención no es la ilustración o la documentación de la misma y cuyo interés la excede en mucho; la revisión de la década porque se equipara el reportaje social más convencional a algunas de las propuestas más innovadoras e interesantes desde el punto de vista artístico no ya de los 70 sino de las últimas décadas. Es por la presencia de estas obras pioneras, que no muchos habrán visto antes en directo, por lo que la exposición es del todo indispensable para cualquiera que esté interesado en saber de dónde venimos y a dónde vamos en materia artística.
Son en particular emocionantes las copias de época que se han conseguido. Han transcurrido entre 30 y 40 años desde que estas fotografías se hicieron: son ya imágenes históricas y traslucen en su dimensión material el depósito del tiempo. Es fantástico ver las viejas carpetillas con pequeños retratos numerados de Malick Sidibé o el muestrario amarillento de peinados de J.D. ‘Okhai Ojeikere. Chocan, a su lado, las copias recientes en aluminio de otros de los participantes. Pero el gran interés, como digo, está en la posibilidad de conocer de cerca obras paradigmáticas de Victor Burgin, del que se muestra el sobrecogedor conjunto de dípticos Zoo 78; Hans-Peter Feldmann, que explora las posibilidades de avance temporal y espacial en la fotografía a través de sencillas secuencias; Laurie Anderson y Sophie Calle, que comparten la interacción de imagen y texto y la implicación personal en la narración; Cindy Sherman con sus divertidos primeros disfraces; Ana Mendieta, con una rara serie en la que ella misma no es la protagonista, como es habitual; Karen Knorr, con su ácida mirada “parlante” a la alta burguesía británica; Christian Boltanski con su vampirización artística de vidas ajenas. En esta línea, la que no se limita a reflejar el contexto visual o social, y no habla tanto de “lo cotidiano” como de la pesquisa del individuo en los planos psicológico, social y artístico, se sitúan también los españoles Carlos Pazos y Fina Miralles; en un terreno intermedio, Alberto García-Alix. Faltan muchos, como es lógico, pero todos estos son. El resto de participantes retrata ciudades y a ciudadanos con más o menos talento. Entre ellos, por delante y con mucha distancia, David Goldblatt y William Eggleston.